domingo, 3 de enero de 2010

Hedras Ramos y la locura de los átomos






“Las bandas siguen haciendo los mismos cuatro acordes, y eso es a lo que yo le huyo”, dice este joven guitarrista a Byron Quiñónez, quien lo entrevista.
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Hedras Ramos Jr. me conduce, a través de la sala y el comedor, al estudio de grabación habilitado en la parte lateral de su residencia. Nos acompaña su padre y CECI. El espacio disponible es relativamente poco, debido a la gran cantidad de instrumentos, bocinas y equipo de grabación digital que llenan la estrecho ambiente: dos guitarras eléctricas, un bajo de cinco cuerdas y varios teclados.

Hedras enciende la computadora, abre el programa Pro Tools y elige la canción Dead atom (Átomo muerto). Otro par de clics y la música surge de las bocinas con fuerza y virtuosismo: riffs de guitarra sincopados, una base rítmica llena de contratiempos que añaden complejidad a la melodía, la cual es adornada y enriquecida por solos rapidísimos y perfectos.

Dead atom es un tema instrumental de los que acostumbra Ramos. La fusión de ritmos jazzísticos y progresivos con guitarras metálicas me recuerdan a Dream theather y King Crimson: me hacen olvidar que estamos escuchando a un joven músico guatemalteco y por momentos me imagino que se trata de un proyecto musical de Adrian Belew, Joe Satriani o Steve Vai. “Es una locura”, me digo al escuchar las revoluciones de esta rola. La impresión es tal que me valgo de la experiencia para titular esta entrevista.

El estudio se llena de sonrisas: de satisfacción por parte de Hedras y de asombro y aprobación por parte de la íntima audiencia, mortales con dedos artríticos pero con tímpanos veteranos. Los presentes intercambiamos miradas y asentimos, realmente contentos por el talento que inunda nuestros oídos.

“Mostrales aquella otra canción que me gusta”, sugiere Hedras Ramos padre, quien además de músico profesional (hace años formó parte de la banda Vox Dei) también es productor, arreglista y compositor. “¿Cuál, The hands of God? (Las manos de Dios), pregunta Hedras hijo. “Sí, esa…”.
Termina Dead atom y le brindamos un espontáneo aplauso. Justo cuando uno piensa que el país va para abajo, que el rock nacional está en plena decadencia y rumbo al pozo de la vergüenza colectiva, inesperadamente surge alguien con talento y nos devuelve la fe.

De pronto recuerdo que estamos ante un músico autodidacta que desde muy pequeño ha estado en contacto directo con el mundo de la producción musical (a la edad de 6 años se acercó a la batería y obtuvo su primera guitarra eléctrica cuando cumplió 8), y me digo que eso de ensayar hasta nueve horas diarias durante cuatro años rinde sus frutos.

Hedras elige el archivo solicitado por su progenitor y oprime play. The hands of God es una melodía melancólica y a la vez hermosa, menos movida que la anterior y por ello más introspectiva. En algunos pasajes me recuerda al instrumental Hypnosis, de Testament, y vuelvo a sonreír. Este guitarrista va por buen camino. Gracias a su talento, Hedras le ha abierto a bandas de renombre como White cross (EE.UU.), Kansas (EE.UU.), y Die toten hosen (Alemania). Me cuenta que admira mucho a Joe Satriani, por su habilidad musical y su carisma para interactuar con el público, y le comento que Kirk Hammet, de Metallica, Larry LaLonde, de Primus, y otros guitarristas de alto calibre recibieron clases con el profesor Satriani.

Cuando le pregunto a qué le da más importancia, si a la estructura rítmica o a los solos y el aspecto técnico, responde: “Creo que las dos cosas son importantes. Algo de lo que más me está apasionando ahora es la armonía, hacer cosas difíciles. Yo no miro placer en la música comercial”.
Y añade: “A mí lo que me llena el alma y el corazón es otro tipo de música. Y sí, tiene que ser global: técnica, ritmos, métrica y armonías. Las tres cosas son importantes”, continúa. “¿De qué te sirve tener una canción donde tocás rapidísimo, si la armonía y la melodía son todas simples?”
La conversación gira hacia lo deplorable de la música popular, a la falta de espíritu musical de algunos estilos y la eterna historia de los talentos ignorados por las masas, ya sea por incomprensión o desconocimiento.

“Ahora estoy escuchando mucha fusión, jazz con rock. Algo interesante es que todos estos guitarristas que yo admiro, que son europeos, no tienen la fama que realmente se merecen, porque la música ha evolucionado pero la gente no”.

En Londres
“Al día siguiente de mi regreso de Londres ya estaba componiendo; uno como que viene inspirado…”, afirma Hedras cuando le pregunto por la experiencia de Guitar Idol, el concurso de televisión realizado en junio del año pasado. “Fue una buena experiencia cultural, siempre al visitar otros países uno aprende un montón de cosas que ya quisiera tener acá en Guate. Los finalistas de esta competencia son músicos de otro nivel”.

Desde 2008, Guitar Idol es un concurso destinado a buscar talentos desconocidos alrededor del mundo. En dicho certamen han participado guitarristas de Brasil, Inglaterra, Italia, Rusia, Canadá y Bosnia. Los contendientes participan en tres eliminatorias en línea (heats) y la batalla final se realiza en vivo.

En dicho certamen, en el que participaron más de 1,200 guitarristas de todo el mundo, Hedras obtuvo 122 votos del jurado calificador y recibió uno de los premios más significativos que se entregan a los mejores exponentes: una guitarra Mayones, fabricada a mano en Polonia, con el logo de Guitar Idol.

Además de la guitarra, parte del premio lo constituirá la mezcla de su tercer disco, la que será realizada por un ingeniero de sonido que fue, a la vez, miembro del jurado calificador en el London International Music Show, LIMS.

En palabras de Hedras, “el sólo hecho de ir a otro país es increíble. No tuvimos oportunidad de turistear porque grabamos un DVD y tuvimos los ensayos con la banda… fue una agenda muy apretada. Ahí estaban varios de mis músicos favoritos: vi a Andy James (quien grabó un solo en mi nuevo disco) y a Muris Varajic, otro finalista originario de Bosnia, quien también participa en mi nuevo disco.

El 15 de junio, Hedras grabó su primer video instruccional para la compañia Lick Libray, que funciona por medio de Internet. Con esto, Ramos se convierte en el primer instructor latinoamericano en trabajar para esta compañía.

Con 17 años de edad, el guitarrista tiene contratos y patrocinios con las siguientes compañías: Jam Central Track y Lick Library, de Inglaterra, como instructor virtual en videos para aprender guitarra; con Halo Guitars, Seymour Duncan Pickups, Dean Markley (EE.UU.) y en Guatemala con Red Bull.

“Con lo de las cuerdas Dean Markley, fui a sus oficinas centrales, donde tienen paredes llenas de discos de oro y plata, y me traje una cajota llena de cuerdas de todos los modelos. Tengo que probarlas todas, para ver cuáles me gustan, y en ésas estoy todavía”, relata Hedras.

En lo referente al contrato con Halo Guitars, que lanzará en 2010 un modelo con las especificaciones de Hedras, nos cuenta que “prácticamente trabajamos en un modelo que ellos ya tienen, que se llama Morbus, y me gusta mucho, pero le vamos a cambiar tipos de madera, las pastillas, el trémolo, y va a tener todo a mi gusto. El cuerpo será de caoba pero también tendrá maple azul (flame maple), y la parte de arriba del brazo será de rosewood.”

“Primeramente Dios, estará para el NAMM 2010, la feria más grande de música que se celebra en Anaheim, California, en un edificio de 4 niveles lleno de baterías, pianos, bajos, etc. Es como si fuera un Interfer, pero de música. Ahí se han presentado guitarristas como Satriani y Vai”, añade con entusiasmo.



DISCOGRAFÍA NEW SOUNDS:
Este primer álbum, lanzado en octubre de 2008, fue compuesto y producido por Hedras y coproducido y mezclado por su padre. Está disponible a nivel mundial a través de cdbaby.com/cd/hedrasramos, iTunes, Amazon, Napster y tiendas similares.

The Holy Gift of Shred:
Esta es la producción más reciente, y fue lanzada en noviembre de 2009. Se trata de un álbum con temas navideños, también producido y compuesto por Hedras y coproducido y mezclado por Hedras Ramos, padre.

“Los cinco temas son los de siempre, las que todos conocemos, como Noche de Paz y El Niño del Tambor, sólo que con arreglo de guitarras, teclados, batería y saxofón… Helbert Arias aportó los teclados, Ed Maina grabó el saxofón, Phil Robertson grabó la batería, mi papá grabó algunos bajos y otros los grabé yo”, refiere el joven guitarrista.
Esta producción puede ser adquirida por Internet, a través de cdbaby.com/cd/hedrasramos2, y en Hiper Paiz, Cemaco, Bisel y otros comerciales. El 11 de diciembre fue presentado en vivo, con banda de apoyo, en el restaurante Papazitos.

El tercer álbum será terminado este año, será producido por Hedras y coproducido y mezclado también por su progenitor. El disco cuenta con la participación de músicos extranjeros de gran calibre como Billy Ashbaugh (EE.UU.) en la batería y los guitarristas Andy James (Londres), Muris Varajic (Bosnia) y Jan Cyrka (Londres).

El virtuoso guitarrista guatemalteco, de tan sólo 17 años de edad, puso en alto el nombre de nuestro país en Londres, Inglaterra, en la tercera edición del concurso Guitar Idol.

Hedras tiene contratos y patrocinios con las siguientes compañías: Jam Central Track y Lick Library, de Inglaterra, como instructor virtual en videos para aprender guitarra; con Halo Guitars, Seymour Duncan Pickups, Dean Markley (EE.UU.) y en Guatemala con Red Bull.

T. Byron Quiñónez lobosyovejas@yahoo.com
F. Cecilia Cobar ccobar@sigloxxi.com

El santuario natural de Sacatepéquez

En el lugar conocido como Montaña Carmona hay un paraíso para las aves y un refugio para quienes huyen del concreto citadino. Oswaldo J. Hernández visita esta finca, localizada a pocos minutos de Antigua Guatemala.
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Bastan 10 minutos para alejarse lo suficiente de Antigua Guatemala y encontrar un cerro gigantesco en cuya cima son distinguibles (ya por la topografía) tres cumbres de tamaño respetable y bien conocidas por los lugareños: El Cucurucho, Montecristo y Las Minas. Unidos así, a esta conformación geográfica poco habitual la han bautizado con el nombre de Montaña Carmona, y en sus faldas los antigüeños han mantenido oculta, como pequeño secreto, a la Finca el Pilar, un área verde de 11 caballerías (150 hectáreas) ubicada en San Cristóbal El Bajo, 3.5 kilómetros al sur de la ciudad colonial (lea Cómo llegar).

Esta atracción ecológica, abierta al público desde hace 2 años, desde el principio se entiende como un proyecto de conservación de la biodiversidad que caracteriza a la región del departamento de Sacatepéquez, para ello, lo que antes era una especie de pantano, ahora funciona como un parque de recreación que incluye desde piscinas, estanques de cultivo de tilapias, cosecha de café, hasta un recorrido de aviturismo, puntos de observación sobre la ciudad de Antigua Guatemala y más de 15 kilómetros de carretera intermontaña para recorrer en automóvil, a caballo o a pie.

Al entrar en la finca, el ruido suave pero ronco de una bulldozer en sempiterna actividad dará un breve indicio de la cantera que funciona en una de las laderas de la montaña. Avanzando, y sin dejarse llevar por esa primera impresión, el visitante poco a poco se irá internando en la más verde y absoluta vegetación. Encontrará allí una pequeña sección de piscinas y algunas cabañas dedicadas a la administración del centro recreativo. La información de la administración consiste en varias opciones para recorrer la totalidad de la finca o sólo nadar un poco y refrescarse en las albercas que contienen “agua de montaña”. Una de las posibilidades que presenta el parque consiste en ascender directamente en auto o a caballo hacia la cima de la montaña Carmona y luego descender por el sendero, de 1.5 kilómetros, dedicado a la observación de aves. La segunda opción es más o menos lo mismo, sólo que en sentido contrario (ascender el sendero y descender, en auto o a caballo, desde la cima de la montaña).

La posibilidad número uno “es la más recomendable”, dice el guía Moisés Batres, haciendo énfasis en “el menor desgaste físico que se requiere”. Aunque se deja a elección del visitante la última palabra en cómo quiere realizar el recorrido.

Puntos panorámicos
Quince kilómetros de carretera que serpentean las faldas de la montaña esperan al visitante en su camino hacia la parte más alta de la finca. Pero adentrarse en esa ruta significa descubrir, en cada curva, una nueva intersección. Los 15 kilómetros mencionados se entrecruzan a cada instante mientras se sube cada vez más por un trayecto que cualquier tipo de auto puede recorrer con facilidad. Otro de los guías, Flavio Cano, previamente ha “confirmado” la imposibilidad de perderse al dar razón de que “cada camino lleva de nuevo a la finca El Pilar; es decir, a la salida”.

Antes de llegar a la cima, el trayecto, de forma muy natural, guía al visitante a una de las paradas obligadas: el mirador con vista al Valle de Panchoy. La vista incluye distintos lugares conocidos como la ciudad de Antigua Guatemala, Pastores, el Cerro de la Cruz e incluso parte de Chimaltenango. “Es recomendable llevar un buen par de binoculares”, explican los guías.

Finca el Pilar ofrece otro tipo de actividad al estar en la parte más alta de la montaña. A lo largo de casi 200 metros de terreno se han construido 6 cabañas. El visitante puede tomar un prolongado descanso, merodear en las instalaciones de una finca colonial en funcionamiento e incluso alquilar (por mes) cualquiera de estas cabañas y ser recompensado por una de las mejores vistas de los tres volcanes más importantes de la zona central de Guatemala: Fuego, Acatenango y Agua. El panorama también se matiza con varios pueblos pintorescos como San Pedro las Huertas, San Mateo y Ciudad Vieja. La altitud es casi de 2 mil 650 metros sobre el nivel del mar. (lea: Servicios)

El sendero de las aves
Casi a la mitad de la montaña Carmona, en la intersección de los cerros Las Minas y Montecristo, el centro recreativo esconde su mayor atracción. Se trata de un sendero artificial con gradas y pasos de madera que se adentra en el corazón de la montaña y recorre infinidad de microhábitats y diferentes tipos de bosques lluviosos mientras funciona como la mejor plataforma para realizar observación de aves.

El sendero, de casi 2 kilómetros, está habilitado desde finales de 2007 y, según el guía Moisés Batres, “fue construido y diseñado por sólo 5 carpinteros”. Además, existen fuertes indicios de que en este punto específico de la montaña existía el caudal de un río gigantesco. Hay raíces de árboles centenarios que sobresalen de la superficie del terreno, como también enormes rocas que forjaron una singular estructura en el diseño de la senda artificial.

Si uno tiene suerte, según informa el guía, durante el recorrido de aproximadamente 45 a 60 minutos, la fauna puede aparecer en una infinidad de facetas como el zorro gris, el puercoespín, serpientes, lagartos, mapaches, ranas de varios tipos, comadrejas, e incluso algunas mofetas.

El sendero resalta la importancia del aviturismo y a lo largo de su estructura se han habilitado comedores especiales para aves. A estos lugares de observación se acerca todo un catálogo muy exótico de diversas especies de aves propias de la región de Sacatepéquez, como la paloma montaraz común (Penelopina nigra), el anambé degollado (achyramphus aglaiae), la chara gorjinegra (Cyanolyca pumilo), la tangara aliamarilla (Thraupis abbas), el turpial guatemalteco o zanate (Icterus maculialatus), el fandanguero rojizo (Campylopterus rufus), la gema de garganta verde (Lampornis viridipallens), el momoto garganta azul (Aspatha gularis) y una gran diversidad de colibríes como el pardo, el rutilante o el verdemar.

Esta última especie, el colibrí, es la gran protagonista de todo el centro ecológico. Tanto es así que en la parte inferior del parque se ha montado un santuario exclusivo para su observación. El recinto cuenta con un comedero especial para atraer a este picaflor. “Una de las criaturas más fascinantes de observar es el colibrí. Pero no es bueno pestañear o lo perderá de vista. Sus alas se mueven demasiado rápido, zumban. Pero si se les proporciona un hábitat seguro y confortable, ellos simplemente acuden”, explica el guía Batres.

Antes de concluir el recorrido, las instalaciones de El Pilar brindan a los exploradores un final refrescante. La montaña ofrece varios nacimientos de agua, dos de ellos muy cerca del paso del sendero artificial, y de ellos se ha canalizado el líquido de tal modo que existen varios surtidores de agua a lo largo del recorrido y cerca de las áreas de descanso y, por supuesto, las piscinas.

CÓMO LLEGAR
Finca El Pilar se encuentra a 3.5 kilómetros del parque Central de Antigua Guatemala. Partiendo de allí, camine hasta la Pileta de la Unión (7a. avenida Sur y ruinas de Santa Clara). A una cuadra está la Iglesia San Francisco, la cual marca el inicio de la llamada Calle de Los pasos. Esta ruta lo lleva a Santa Ana, en donde se encuentra el Instituto Para Varones (INVAL); a su izquierda está la carretera que conduce a la Iglesia San Cristóbal El Bajo. El tramo es aproximadamente de medio kilómetro, en cuyo final está el ingreso a la finca. El recorrido en auto o tuc tuc puede durar de 10 a 15 minutos. Para más información llame al teléfono 7832-4935.

SERVICIOS
La tarifa para el uso completo de sus instalaciones es única. La admisión al parque, incluyendo el sendero de las aves, el uso de las piscinas y la visita a los puntos panorámicos es de Q40 por persona e incluye, si se avisa con antelación, el servicio de guía.
Sin embargo, existe la posibilidad de utilizar únicamente las piscinas por sólo Q10 por persona. Y preguntar por el servicio de paseo a caballo, cuyo precio oscila dependiendo de la temporada.
Existen seis cabinas para alquilar en la cima de la montaña Carmona. Su precio mensual es de Q800. Cada cabaña cuenta con los servicios básicos.

T. Oswaldo J. Hernández ohernandez@sigloxxi
F. Morena Pérez mperez@sigloxxi.com

Vigencia del cuento rural

Eddy Roma apunta en su reseña que varios de los relatos de la nueva obra de Godo de Medeiros se desarrollan en los departamentos.
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La literatura producida en los departamentos quedó vista como el pariente campestre de la obra escrita en la capital. Se olvida que el área rural brindó material para los mejores cuentos de Marco Augusto Quiroa. Los escritores Ingleberto Robles Tello, de Suchitepéquez, y Elías Valdés, de Chiquimula, demostraron que los problemas inherentes al ser humano son los mismos. No importa si ocurren en la zona 1 o en una finca cercana a Ipala.

En este sector se sitúan nueve de los quince cuentos que forman Los ausentes, el nuevo libro de Godo de Medeiros (Guatemala, 1968). Ocurren en un espacio geográfico donde confluyen mestizajes de toda procedencia, panoramas que impresionan al recién llegado, y problemas que continúan sin solución. En esos parajes existen pueblos como Verbena, Tres Cruces, El Arenero y Rondó. Aunque su ubicación es imprecisa, podrían situarse en las zonas montañosas de los departamentos de El Progreso, Jalapa, Santa Rosa y Jutiapa, de donde la tierra se desbroza con el machete y los pleitos se resuelven a balazos.

Sus pobladores tienen la certeza de que es inútil todo esfuerzo por salir de allí. Nunca se abandonarán esas calles cruzadas por zanjas. A pesar de contar con escuela de educación primaria, las niñas terminarán como sirvientas y parirán un bebé cada nueve meses. Los varones se emborracharán mientras apuestan, a las cartas, el poco dinero que ganan. La muerte vendrá por picadura de culebra, caída de un rayo, un tiro acertado en cualquier parte, o un machetazo en la cabeza.

En tales circunstancias es fácil perder la fe, como se refiere en El duelo, donde un niño intenta impedir el reto que provocará la muerte de su abuelo. Ante la negativa del sacristán a ayudarlo, reflexiona: “Me convencí de que los sitios sagrados no guardaban siquiera el más mínimo respeto hacia las angustias de los mortales”. Pero no todo es dolor y humillación. En Aquellos magros galleros hay posibilidad de sacar partido a situaciones desfavorables. El montador que apoyó a un par de galleros, necesitados de obtener el dinero de las apuestas para curar a una mujer enferma, se entera, por un comentario, que el gallo rival usaba navajas más grandes. “Ajeno a las trampas”, dirá, “el destino nos había enviado a un soplón con un gran sentido del honor y la justicia”.

Podrá faltar la instrucción, pero no la experiencia. Los campesinos de la región atesoran conocimientos. Así se recuerda en La muerte convoca a la lluvia: “Aquella tarde, mi abuelo dispuso explicarme las bondades de las plantas. Cuando pasamos por el chagüite, me dijo que el jengibre curaba la tos, y que la malanga servía para hacer tortillas cuando el maíz escaseaba. De la hoja de vijagüe dijo que servía para alimentar a los cerdos y que la santamaría le daba sabor al caldo de jutes y cangrejos”.

Los ausentes también dedica espacio al futbol y a relatos desarrollados en la ciudad. En ellos sobresale un peculiar manejo del humor y la amargura. El narrador de Los gamberros, después de sufrir maltrato y abandono en la cárcel, tiene ocasión de reír al último, y con bastantes ganas. Barttlet, protagonista de El provocador, ejercita y estudia su paciencia confiado en que llegará el día de la retribución.

A Godo de Medeiros lo conocí en 1995, en un taller de cuento impartido por Marco Antonio Flores. Leyó una historia titulada El jinete que no tenía piernas ni brazos, que concluía diciendo que el personaje había terminado sentado en el caballo de su propia historia. Frecuentaba a un par de amistades peligrosas, entre ellas el escritor ecuatoriano Juan Carlos Cucalón, con las que planeó y editó una revista, Tayer. Duró seis números. En cuatro de ellos Godo publicó una novela por entregas, Amantes clandestinos.

Su hija Fernanda escribió el cuento empleado como prólogo de la colección. Los ausentes contiene relatos que fueron descartados de los libros Héroes sin tumba (2004) y Los crímenes del Cerro Quemado (2007). Hizo bien en recuperarlos: La muerte convoca a la lluvia es una pieza de antología.

LOS AUSENTES, DE GODO DE MEDEIROS. PUBLICADO CON AUSPICIO DEL BANCO CENTROAMERICANO DE INTEGRACIÓN ECONÓMICA, 2009.
78 PÁGINAS

T. Eddy Roma eddyjromaa@hotmail.com
I. Alejandro Azurdia aazurdia@sigloxxi.com

Arte simultáneo

Revista Magacín inaugura su nueva sección Galería, y muestra las obras de las dos exposiciones que Die Augen promueve en sus salas.Seguir leyendo...

Galería Die Augen da la bienvenida al año con dos muestras plásticas. Ambas fueron inauguradas el mes pasado, pero continúan vigentes. Una de las exposiciones recopila el trabajo colectivo de distintos artistas bajo el título Lo mejor de las artes visuales, y como parte complementaria, también presenta la obra del artista Leonel del Cid con respecto a la figura literaria de El Quijote, de Cervantes.
Ambas exhibiciones permanecerán disponibles al público hasta el próximo 14 de enero(lea Vigentes).

Trazos quijotescos
Parece ser que la premisa del artista guatemalteco Leonel del Cid a la hora de idear la serie de pinturas El Quijote fuera, sobre todo, analizar la personalidad literaria del mítico e ingenioso hidalgo de La Mancha a través de un fuerte expresionismo.
Pictóricamente, Del Cid explora con cierta extravagancia la locura, la ironía, el infortunio de los ideales, la amistad, la búsqueda de la libertad y de la justicia, que parten de una lectura profunda de la novela de Miguel de Cervantes.
No obstante, el trazo del artista hace evidente el surgimiento de la crítica hacia las actitudes del hombre contemporáneo. En la serie que expone en la galería Die Augen resalta una intención violenta del color, pinceladas decididas, raspados de ritmo acentuado, esgrafiados poderosos y dibujos que, con semblantes emocionales utilizados como elemento gráfico potente, logra dejar en claro su cometido: una obra ligada a un concepto ético de la libertad y una serie de cuestionamientos enfocados a indagar el desvarío como voación, la distorsión de la realidad como metáfora y diversidad de tintes quijotescos, de alta figuración, encontrados en escenas alusivas a las pesadillas.

Multidisciplinario
Leonel del Cid es un artista dueño de un sinfín de recursos técnicos. Utiliza óleo, pastel, acuarela, lápiz, tinta, fundición en cemento, tallado en madera y grabado en madera y metal. Aplica estas disciplinas en función de un efecto dramático por medio del cual logra no sólo conmover al espectador sino también lo hace experimentar emociones valiéndose de estilo surrealista, figurativo y abstracto.
Del Cid también roza con las artes escénicas (ha sido escenógrafo del Teatro Nacional) y fue el último grabador de Casa de Moneda del Banco de Guatemala. Presidente del grupo de artistas del Cerrito del Carmen y asistente en la restauración del mural Sacerdotes danzantes mayas y realización de planos en el Banco de Guatemala.

Colectiva

“Obras de Q5 mil o menos”, reza la promoción que la galería hace para esta muestra conjunta. En su sala de muestra permanente, Die Augen muestra el trabajo de aproximadamente 65 artistas Lo mejor de las artes visuales reúne una selección de esas obras.
Ana Lucrecia Sunum, Anaí Martínez, Patricia Betancourt, Rodolfo Abularach, Hersion Figueroa, Javier Azurdia, Johanna Frech, María Fernanda Brolo y Miguel Ángel Pérez son algunas de las firmas al pie de los óleos, grabados y acrílicos que dan cuerpo a la exhibición.

Vigentes
LAS EXPOSICIONES EL QUIJOTE Y LO MEJOR DE LAS ARTES VISUALES CONCLUYEN EL 14 DE ENERO. SE PUEDEN VISITAR EN GALERÍA DIE AUGEN. 6A. AVENIDA 4-61, ZONA 10. EDIFICIO OFTALMOLÓGICO LEÓN, NIVELES 4 Y 5. EL HORARIO DE ATENCIÓN ES DE 8 A.M. A 6:30 P.M. LA GALERÍA CUENTA CON PARQUEO PROPIO. MÁS INFORMACIÓN: 2381-7349 Y DIEAUGEN.COM.

El constructor de puentes

Miguel Rosales | Arquitecto y diseñador urbano
Miles de automovilistas y peatones transitan sobre las estructuras diseñadas por este guatemalteco, quien preside una firma de diseño; escribe Jaime Barrios.
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Miguel Rosales tiene más de 20 años de experiencia en el diseño urbano y en la arquitectura. Ha recibido premios y reconocimientos por su labor. Fue el principal arquitecto y diseñador urbano del puente Boston Leonard P. Zakim, sobre el río Charles, localizado en esa ciudad estadounidense, y también del puente de la Libertad, en Greenville, Carolina del Sur.

Rosales es el arquitecto de varios proyectos importantes de Estados Unidos, como un nuevo puente en East End, otro sobre el río Ohio en Louisville, Kentucky, el nuevo paso peatonal sobre el río Trinity, en Fort Worth, Texas y cuatro puentes peatonales más en la costa de Parkway, en Nueva York.

De su traslado a Estados Unidos, Rosales cuenta que “al principio fue difícil pues mi licenciatura en arquitectura la alcancé en la Universidad Francisco Marroquín, y para obtener la licencia de arquitecto en Estados Unidos me tuvieron que hacer equivalencias y también tuve que pasar un examen. Actualmente estoy registrado como arquitecto en Massachusetts, Texas, Iowa, Ohio e Illinois”.

Este arquitecto también tiene una maestría en Ciencias en Estudios de Arquitectura del Massachusetts Institute of Technology, en Cambridge, y es actualmente el presidente y diseñador principal de la firma Rosales & Partners, con sede en Boston, Massachusetts.

“Estoy trabajando ahora, entre otros proyectos, un puente peatonal para la Ciudad de Cleveland, Ohio. El puente está al lado del lago y muy cerca del Rock and Roll Hall of fame. También estoy en la restauración del puente histórico más importante de Boston, el Longfellow Bridge, sobre el Charles River”.

Los proyectos de Miguel suelen tomar más de una década para completarse debido a su complejidad y escala. Una comprensión profunda de la estructura y diseño permite concebir puentes que sean innovadores y visualmente destacados. Trabajando en estrecha colaboración con la comu-nidad y la aceptación de ésta en el diseño, crea puentes que se convierten en fuentes de orgullo y símbolos locales de los ámbitos en que están construidos.

“El puente de Boston, por ejemplo, es realmente un símbolo de la ciudad. Hace unos meses, la Massachusetts Turnpike Authority, dueña del puen-te, decidió eliminar las luces azules del lugar para reducir costos en estos tiempos de mala economía. La ciudad entera protestó mucho y yo decidí donar $15 mil para que el puente siguiera iluminado de noche por tres meses más, pues para mí es muy importante que el diseño no sea afectado de ninguna forma. Después de mucho discutir, el Estado tomó la iniciativa de iluminar el puente de nuevo y ahora de forma permanente. Mi donación sirvió como un incentivo. Me dio mucha satisfacción haber ayudado a la ciudad de Boston en esta forma, ya que la imagen del puente se publica y usa mucho en todos los medios de comunicación”.

De Guatemala, este constructor de puentes extraña sobre todo el clima y el paisaje. Y agrega: “A veces extraño a mi madre pero ella me visita regularmente. Estoy feliz con mi vida profesional y personal. Espero seguir diseñando muchos más puentes y que las personas que los usen se sientan muy orgullosas y satis-fechas de los resultados”.

T. Jaime Barrios Carrillo jbarrios@sigloxxi.com
F. Archivo Siglo 21

Chuk Too Close

Jacobo Castañeda


Castañeda (Jake) es ilustrador, músico experimental y diseñador gráfico. Esta obra rinde homenaje a Chuk Close, artista hiperrealista. Su trabajo de dibujo vectorial puede ser apreciado en el sitio baiolux.wordpress.com

Treinta y tres ladrillos traídos de Liverpool

Maurice Echeverría*
La lancha (olvidé el nombre, pintado a un costado con letras rojas, torpes, y una segura falta ortográfica) avanza con cierta monotonía imbécil, que contrasta con la grandeza del lago que nos rodea. Procuro capturar los distintos matices, las metálicas tonalidades del agua. Hemos dejado atrás el último pueblo, lo cuál certifica que estamos quizá a unos veinte minutos del chalet.
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En otra embarcación, a lo mejor tardaríamos menos, pero en esta chalupa de mierda… Diré, no obstante, que no importa, que esta monotonía es justamente lo que necesito –lo que necesitaré de ahora, en adelante, siempre.

El lanchero guarda el mismo rostro hierático, incomunicante. Está claro que no sobresale en habilidades sociales. Si es retrasado mental, no lo sé. Pero lleva la lancha de manera no tan incompetente. Es más: hay una cierta gracia en su forma de manejarla. El lanchero es sobre todo indefinible: imposible saber si es cobarde o aventado o loco o cuerdo o bruto o listo o apóstata o evangélico rematado. Es viejo, eso sí. Y muy serio. ¿Mudo? Resulta posible que me haya traído otras veces al chalet, pero soy malo para recordar rostros. De todas maneras, las veces pasadas ya no cuentan. Aquellas veces cuando me ponía bloqueador solar y Rosaura me abrazaba fuerte y no soltaba, y éramos dos rumbo al chalet. Este hiriente cuchillo de su imagen. Esta carroña es su recuerdo.

Traigo conmigo un equipaje sobrio, casi abstracto. Ropa mínima. Un par de libros. Y otros enseres que no vale la pena ni mencionar. Lo único que puede ser catalogado como un lujo: mi colección de viniles de los Beatles. Soy un cuarentón amante de los Bea-tles y qué. Nací el mismo año del Sergeant Pepper. Ya no soy joven. Pero conservo la frase de Lennon: todo el mundo te quiere cuando estás a seis pies bajo tierra. Todo el mundo o al menos los gusanos. Me pregunto cuántas osamentas habrá al fondo de este lago.

Creo que ya aclaré que voy al chalet. Es la primera vez que me dirijo a ese lugar desde que Rosaura murió, hace más de dos años (estará todo lleno de arañas). Entonces íbamos dos fines de semana al mes. Era nuestra casa de campo. Pero ahora he vendido la casa de la ciudad. El chalet será en donde viviré de fijo. No le recomiendo a nadie la muerte de una esposa como Rosaura. Y la forma en que murió... una cosa bíblica. ¡Esas horas de espera, junto a la cama!

Y luego el cementerio. El señor tapiando el nicho, con maestría de albañil consumado, poniendo los ladrillos, ¿cuántos?, ¿treinta?, ¿treinta y tres exactamente? Me hubiera gustado que uno de esos ladrillos fuera un ladrillo del Cavern, el viejo lugar donde tocaban los Beatles, en Liverpool.
Treinta y tres ladrillos traídos de Liverpool.

Rosaura amaba el chalet. Por ella y para ella es que lo compré, al fin. No le recomiendo a nadie la muerte de una esposa como Rosaura. No es la primera vez ni será la última que lo digo. Preferiría tener metida una Glock en el hocico por el resto de la eternidad. Pero está muerta. Es un dato incontestable. De toda esa muerte no hay regreso.

No sabré olvidarla. Eso nunca. Haré el poema mórbido de la repetición. Su muerte será mi gurú, mi altar. Me compró un viejo tocadiscos, para el chalet, para que yo pusiera el White album.

La lancha se ha detenido. El indígena gesticula, protesta en su idioma, opacamente, no entiendo nada: antes tan tranquilo, ahora extiende sus brazos, magnifica sus gestos, parece un futbolista reclamando a un árbitro invisible. Sólo sé que estamos en problemas. El indígena no termina de alegar, pero no arregla nada. Me dan ganas de darle un buen vergazo, sólo para que se quede quieto, y me deje pensar.

Los volcanes no parecen darse enterados de nuestra catástrofe, y de los ademanes plañideros y dramáticos de mi piloto. Magníficos en su indiferencia, hermosos en su abulia descomunal, estos volcanes ni siquiera se han tomado la molestia de tener ojos. No tienen ojos. No necesitan mirar. Pero todos en cambio necesitamos mirarlos a ellos, de vez en cuando.

El indígena se mueve tanto que incluso llego a temer que la lancha vaya a dar vuelta. Y un miedo me sobrecoge entero. Un miedo a las corrientes abismales, fantásticas, inquietantes, carniceras del lago. Porque existen. Porque están allí, esas corrientes. Viven de mi propia aprensión. Emplean mi pánico para seguir ellas latiendo en la oscuridad subacuática. Cuidadosamente se nutren de mi espanto. Desde un plexo hundido en el fondo extienden sus apéndices y tentáculos incorpóreos, rozan los márgenes de mi cuerpo, hunden en mi piel sus cables malditos.

Lo detestable de mi persona es que soy un hombre poco dotado para lidiar con esta clase de paranoias. Casi estoy sintiendo que el lago está tirando de mí, casi siento que el lago nos absorbe –a mí y al electrificado y gesticulante indígena– y así imagino cómo es que nos ahogamos ambos, retenidos por infranqueables adherencias, secuestrados por mutantes sirenas gelatinosas, con todo y lancha, y casi puedo ver, y Dios mío cómo duele, mi colección de los Beatles, ya huérfana, flotando en las aguas, todos esos discos de vinil encallando en las orillas de alguna playa inútil del lago.

Y es cuando el indígena señala algo con un dedo: sí, es otra lancha. Y se está acercando. Respiro, aliviado. La maldad, o lo que fuera, eso que me estaba atenazando la garganta, se retira, ¿a dónde?, allá: abajo. La lancha se acerca con una velocidad desconcertante. El indígena ha vuelto a su inmutabilidad previa.

Dos indígenas con lentes oscuros y vagos semblantes de raperos puertorriqueños son los tripulantes de la lancha, que ahora se encuentra al lado de la nuestra. La lancha de ellos posee un respetable sistema de sonido, que vomita con enjundia el reggaetón más infame que he escuchado en los últimos años, lo cual es ya decir algo. Como sea: estoy agradecido de que nos estén rescatando, así que les paso mi equipaje, y antes que nada mi colección de los Beatles, lo más importante. Un sentimiento tibio se extiende en mi vientre. Si van a cobrar por el rescate, no lo sé, pero estoy dispuesto a pagar lo que sea.

Ellos van poniendo mis cosas en su lancha (cuyo motor genera un ronroneo burdo) con cierta irrompible frialdad. No son muy conversadores que digamos. De hecho, no responden a ninguna de las cosas que les digo. ¿Hablan siquiera español? El agua chasquea en los bordes de la embarcación, catalizando sonidos breves y fastidiosos. Lacerante el sol, con sus cien espadas invisibles. Tan lacerante que estoy sudando profusamente. Sospecho que si me quedo más tiempo aquí, me dará alguna clase de insolación. Así que me dispongo a subir yo también a la lancha de rescate.

Para mi sorpresa los dos indígenas–raperos me lo impiden. De hecho ya se están alejando, con las cosas. Me han robado. Es consensuable pensar que van a vender una perfectamente hermosa colección de viniles de los Beatles por ni mierda. En el pasado, ciertas personas me ofrecieron mucho dinero por ella (contiene estimables rarezas). Pero siempre me resistí a venderla. La lancha se aleja, a todo reggaetón. El reggaetón no es más que el fracaso de la civilización tal y como la conocemos: como matar a Lennon otra vez.

Dos días después, me encuentro en la playa de mi chalet. Los dioses han sido inequívocamente repugnantes conmigo, de un tiempo para acá. Camino por la orilla del agua. El lago es inequívocamente bello, pero yo no tengo nada que ver con toda esa belleza.

Unos quince minutos después de que los dos delincuentes reggaetoneros me desvalijaran, el indígena logró arrancar la lancha, y me trajo hasta aquí. Ahora pienso que en realidad él formó parte del atraco todo el tiempo –no sé cómo no me di cuenta de ello en ese momento. Por eso lo exagerado de su reacción, cuando el bote se detuvo: era una cosa actuada. Pero hay que darle aunque sea un crédito: me timó limpiamente. Por lo demás, ya tendré mi oportunidad de ir a buscarlo (no olvidaré su rostro, esta vez).

Camino veinte metros hacia allá. Y de pronto… ¿Es acaso posible? Pero sí: ¡son mis viniles! Flotando en el agua, estacionándose en la arena, en medio del chapoteo sonoro. ¡Misericordia de los dioses! ¡Tenían aunque sea una recámara de alegría para mí, en su lúgubre mansión!

Seguramente la lancha de los reggaetoneros fue tragada por las corrientes abismales, fantásticas, inquietantes, carniceras del lago. ¡Golpe maestro! He de decir que por primera vez en mucho tiempo, se me sale, como un vómito, el buen humor. Recojo el White album; ni siquiera se ve tan dañado.

*Este cuento figura en 22 Escarabajos, libro que recoge relatos breves protagonizados directa o indirectamente por personajes del universo beatle. La editorial Páginas de Espuma convocó a 22 escritores de España y América Latina para escribir estos relatos, que se inspiran en el famoso cuarteto de Liverpool, The Beatles. Maurice Echeverría es el único guatemalteco antologado en la obra.

Fuente de Ilusiones

Danilo Ramírez

Oh, lo siento, eso no puede ser.

Jack Schuster* Bichología
¿Cuáles son los eventos y fechas que todas las personas educadas deben saber o, por lo menos tener conocimiento de su existencia? Empecemos por el principio. Debemos saber cuándo empezó todo, o sea, cuándo se originó el Universo.
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Poca gente conoce los descubrimientos más recientes del tema. Muchas personas (los creacionistas) creen que el Universo y la Tierra tiene unos 10 mil años de edad pues hacen una interpretación literal de la Biblia. Son antievolucionistas. Como consecuencia, para ellos, mucho de lo que los científicos han descubierto en los últimos siglos son mentiras, una conspiración para convencer al público de que Dios no existe.

Pues las estrellas no han existido por millones, si no billones, de años. ¿La Deriva continental? Tampoco los continentes se han movido, dicen. Qué idea tan ridícula, a pesar de las medidas directas de su desplazamiento (otra mentira de los científicos diabólicos). Por desgracia, hay quienes creen a los creacionistas o a las personas que apoyan el “Diseño Inteligente”, que es esencialmente la misma cosa, creacionismo.

Dicen que la Deriva Continental, la evolución de las estrellas y de los seres vivos son solamente teorías. Tienen razón. Pero, la definición científica de una teoría es una hipótesis COMPROBADA. Uno de los grandes peligros al explicar los hechos es decir que “fue diseñado por un ser superior inteligente”. Esto automáticamente inhibe la búsqueda de otras posibles explicaciones, frena el descubrimiento. Y cuando la ciencia refuta con evidencia algo que dicen los creacionistas, —como la presencia de huellas de seres humanos junto a las de dinosaurios— lo ignoran y siguen presentando las mismas babosadas como evidencia en contra de la evolución. Hace pocas semanas se publicó en una revista científica prestigiosa la primera documentación de la evolución de una especie de otra. Ocurrió en las mismas aves que estudió Darwin en las Islas Galápagos.

Bueno, ya suficiente de mis polémicas contra esa gente inmoral (pues, mienten, entre otros pecados). Sigamos con los eventos y fechas. La edad del Universo: 13.7 mil millones de años. La edad de la Tierra y nuestro Sistema Solar: 4.55 mil millones de años. Origen de la vida: entre 3.8 y 4 mil millones de años. Primeros fósiles: bacterias de hace 3.4 y 3.6 mil millones de años. Primeros animales: tal vez hace unos 800 millones de años, después de unas glaciaciones que congelaron toda la Tierra. Los primero vertebrados: hace 500 millones años. Los primeros vertebrados terrestres: hace unos 360 millones de años. Los dinosaurios vivieron entre hace 225 millones y 64,5 millones de años. ¿Y nosotros, Homo sapiens? A pesar de Los Picapiedra, no vivimos junto a los dinosaurios. Nuestra especie tiene apenas unos 200 mil años. ¿Cuándo llegamos a Guatemala? Tal vez hace unos 11 mil años.

Pero, los bichos ¡los bichos! Esta columna se llama bichología, pues. Bueno, uno de mis bichos favoritos, un ronrón pasálido llamado Ogyges laevissimus, calculo que probablemente no tiene mas de 84 mil años. ¿Por qué es importante saberlo,? Porque vive en la partes altas de los volcanes (desde el de Agua hasta el de Chicabal) y esencialmente toda la vida en esta zona y hasta Huehuetenango y Cobán fue destruida por la erupción del volcán Los Chocoyos, que formó el lago de Atitlán hace 84 mil años. Oh, lo siento, eso no puede ser. Es otra mentira, pues la Tierra fue creada sólo hace 10 mil años.

*El doctor Jack Schuster es director del Laboratorio de Entomología Sistemática de la Universidad del Valle de Guatemala.