domingo, 31 de enero de 2010

Todo es literatura

Dante Liano | Escritor y doctor en literatura
A este escritor, ser oriundo de Chimaltenango, escribe Jaime Barrios,
no le confiere pintoresquismo sino raíces.
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El nombre de Dante Liano resulta familiar para los guatemaltecos habituados a la literatura nacional. Liano ha escrito novelas, cuentos y colecciones de ensayos. Este escritor emigró a Italia hace 30 años, donde ha hecho una carrera académica y ha desarrollado gran parte de su obra.
“Siento que a muchos les causa un extraño placer señalar que nací en Chimaltenango, como si mi pueblo de origen me diera un aspecto pintoresco, un aire provincial que contrasta con el hecho de que llevo 30 años viviendo en Italia. Son imaginaciones. En literatura todo es imaginación; todo es literatura para los literatos. No importa que sea verdad, con tal de que suene bien”, indica el Premio Nacional de Literatura Miguel Ángel Asturias en 1991 y finalista del Premio Herralde de Novela en los años 1987 y 2002.

Chimaltenango, dice el escritor, “no me da pintoresquismo, sino raíces. La fuente del centro del parque desagua por una mitad en un afluente del Motagua y por la otra en el Michatoya, o de cualquiera de los ríos de la Costa Sur. Sin exageración, sólo con una hipérbole moderada, los chimaltecos decimos que nuestra fuente desagua por mitad en el Pacífico y por mitad en el Atlántico. Así de profundas e hiperbólicas son mis raíces guatemaltecas”.

De emigrar a Italia y mantener un vínculo mental y el literario con su país natal, Dante Liano dice: “Llevo tres décadas en Europa y llevo la cuenta de lo que pasa en Guatemala. Las historias verdaderas, y al mismo tiempo inverosímiles de mi país.” Cuando llegó a Italia lo que más le impresionó no fue la belleza inobjetable del país. Porque –y en sus palabras–“venía de un país que deja sin aliento, aun a los más encallecidos admiradores de crepúsculos y lagos”.

Lo que a Dante le llamó la atención fue la democracia italiana. En el piso de abajo de su apartamento de estudiante vivían unas ancianas que vendían pan. Eran comunistas. El joven Liano exclamó: “¿Comunistas? ¡Dos viejitas! ¿Y no viene la Judicial a llevárselas a trompada limpia para torturar-las en alguna de las bartolinas de la Policía Nacional?”.

En 1977 el literato culminó sus estudios de Doctorado en Letras en la Universidad de Florencia, Italia. Y regresó a Guatemala. “Dos años estuve en mi patria y el clima se hizo oprobioso y cerrado. Mataban a mis colegas de trabajo por el delito de pensar, o por el delito de oponerse (a quienes invocan el golpe de Estado, no se olviden de aquel tiempo) o por casualidad, que también eso pasaba. La delación anónima hizo tantas víctimas: había espías infil-trados en las aulas de la Facultad, se sabía quiénes eran. Regresé a Italia, y a la cómoda vida de estudiante siguió el duro trabajo”. Entonces, Dante pensó que su estadía sería por un par de años, “pero se me volvió toda la vida”, dice el autor de El hombre de Montserrat (1994).

Otras de sus obras son: Jornadas y otros cuentos (1978, cuentos), Dos registros narrativos en Hombres de Maíz (1980, ensayo), La palabra y el sueño. Literatura y sociedad en Guatemala (1984, ensayo), La vida insensata (1987, cuentos), El lugar de su quietud (1989), El misterio de San Andrés (1996) y Visión crítica sobre la literatura guatemalteca (1998, ensayo).

“Haber vivido en Italia me ha permitido tener amigos entrañables. Fue como abrir una ventana al aire fresco. He tenido la suerte de conocer a buenos escritores, de Hispanoamérica y de España. No me jacto de ello. Lo mágico es que no lo busqué, me pasó sin querer... como viene la vida”. De esa cuenta, pudo compartir la mesa con Roberto Armijo, Daniel Chavarría y Lucho Sepúlveda. “¡Qué experiencia!”, recalca Liano.

“Chavarría es genial. Admi-raba a Manuel Galich. Y decía: Los guatemaltecos, ¡grandes coseurs! Y era él quien conversaba a torrentadas. Lo mágico es que eso les pasaba a otros, en los libros leídos en juventud. De repente me está pasando a mí, tengo delante a Carlos Fuentes o a Eduardo Galeano. Presento a mis alumnos a Rafael Chirbes, o a Belén Gopegui, a quienes admiro sin reservas”.

T: Jaime Barrios Carrillo. jbarrios@sigloxxi.com F: Archivo, Siglo 21.


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