domingo, 17 de enero de 2010

El efecto de la desesperación

Adolfo Escobar Hernández
Oswaldo J. Hernández se entrevista con el premio de la segunda edición del concurso Mario Monteforte Toledo de Cuento Corto.
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Adolfo Escobar Hernández, una persona inquieta y un tanto tímida también, que coteja su faceta literaria con múltiples estímulos como la música, la pintura, los videojuegos, la lectura, o el mundo de la publicidad.

Este último interés, aparte de dar sustento económico a su creatividad, resulta el adecuado camino que permite entrar en su contexto más íntimo: “el de pequeño demiurgo, el de mentiroso innecesario y mitómano... trabajar en la publicidad es encontrarse en medio de un bombardeo constante de ideas e imaginación”, indica el escritor del cuento ganador Duelo en el Paraíso del concurso de este año.

Escobar Hernández apunta, además, que “la literatura, o más bien el hecho de contar una historia, es una forma de catarsis. Desde pequeño me he dedicado a narrar situaciones, y desde pequeño me adjudiqué la característica de inventar. Sin embargo, será a lo sumo 6 años atrás en donde consideré pertinente la posibilidad de organizarme, de tratar de entender a las clicas literarias que funcionan en Guatemala; declarar, así, la necesidad de hacerme un nombre en las letras nacionales”.

Resultado de su determinación el autor ha logrado destacar en varios concursos literarios: segundo lugar, en dos ocasiones (2005 y 2009), del certamen de la Fundación Myrna Mack, y hace 2 años el primer puesto en la edición LXX de los Juegos Florales Hispanoamericanos de Quetzaltenango, con un cuento com-puesto de 3 partes: El gusano, el topo y el Diablo.

Participar en un certamen literario, para muchos escritores, puede entenderse como limitarse a un tema específico, a un determinado número de páginas y otros requisitos. Para Adolfo Escobar Hernández, “todo eso” resulta “cierto”, pero con la percepción de un bono sobrentendido: “un reto y una oportunidad para que todos aquellos que no tenemos otra vía de incursionar en el mundo editorial podamos ser ubicados y reconocidos; validados. Uno concursa teniendo de an-temano la noción de que nuestra propuesta tiene altas probabilidades de ser la ganadora”.

Voces y significados
¿Escribir?; es bueno preguntar por tal significado al Premio Monteforte 2009. La respuesta, lacónica, de Escobar Hernández: “efecto de la desesperación”.

No obstante, agrega que no logra comprender “la idea general romántica que se tiene de la literatura, del hecho de escribir”, y que la desesperación en alguien como él deviene, prontamente, de prestar atención a cada una de las ideas que persisten en el interior de su cabeza, a tal grado de “no poder soportar un pen-samiento que recluye un escenario, una historia o la esencia de un personaje. Todo repercute de voces espontáneas, por decirlo de alguna manera, que hasta terminan por atormentar y hay que ponerlo en papel a como dé lugar”, confiesa.

Para terminar de definir la escritura, Adolfo añade un elemento complementario, extraído del cuento ganador Duelo en el Paraíso que, en sus propias palabras, trata de un escritor venido a menos. En ese sentido, Escobar Hernández dice que la escritura, como explica una oración del relato, “no es digerir palabras, sino defecarlas”; “alimentarse de los significados”.

De sus cuentos ganadores se han dado varios análisis. El más interesante, sobre el cuento El gusano, el topo y el Diablo plantea la resignificación de figuras mitológicas en una situación al linde de la posibilidad y la realidad. “Un cuento raro, como exploración del realismo mágico. Mas a mi parecer no tiene que ver mucho con los arquetipos de la literatura universal, al menos no era esa mi intención. Lo más interesante de crear historias es decir algo que ya está dicho, pero con tus propias palabras”.

Y las palabras que utiliza este escritor le hacen esperar una cosa nada más: “el efecto”, es decir, el modo en que las personas (lectores) toman sus invencio-nes, las leen, las entienden suyas y las replantean.

Extracción de las ideas
La literatura que plantea Adolfo Escobar Hernández puede entenderse también por medio de dos intenciones. El mismo autor lo reconoce: “un entramado de dos líneas”.

“Los cuentos cortos representan, a mi modo de entender las cosas, dos historias: el problema fundamental de los acontecimientos y el desarrollo espiritual de los protagonistas. Para crear literatura, me parece, debe prevalecer el cambio. El personaje debe aprender algo, cambiar en algo. Lo opuesto a estos ar-gumentos es una simple ilación de sucesos intrascendentes”.

Pero en toda creación, el autor defiende la idea sobre todo. “La idea resalta si se produce mediante el esfuerzo”, dice mientras expone incredulidad ante algo parecido a la inspiración o “las musas de la creatividad”. “En todo caso idear literatura tiene su factura de dolor, es una parto múltiple si lo querés ver así”, reafirma.

¿La literatura tiene un factor intuitivo?, pregunto y Escobar responde que no, que basta con tener ciertas bases necesarias y fundamentales; y antes de puntualizar con que “hay que leer a quienes escriben sobre escribir”, señala una previa tautología que resulta necesaria: “Antes de escribir, hay que saber escribir”.

Explicada, la cita se refiere a un rompimiento de reglas. Según Escobar: “Cuando sabés cómo se estructura una idea y las reglas necesarias para construir un argumento, lo llevás todo del punto A al punto B con el lujo de romper esquemas. Todo es posible si se hace un oficio de la actividad que interesa, en este caso, la literatura. Pero también puede ser la misma cuestión en la música, en la pintura, etcétera”.

Imaginación del escritor
En este punto encuentro difícil romper la formalidad de la entrevista. Pero la seriedad del diálogo se ve afectada al cuestionar lo que sucederá luego de recibir el Premio Monteforte Toledo. Con toda naturalidad (incluso se asoma un gesto picaresco), Adolfo Escobar Hernández indica que el premio será invertido en la com-pra de una consola de videojuego de última generación.

Justifica: “Creo que escribir está íntimamente relacionado con la imaginación. Y la imaginación puede ser estimulada por amplias vías, como el cómic, el manga, por supuesto el videojuego. He mantenido vigente esa mente como de niño, conservo fresca y atenta la imaginación. Se necesita la mente de un lector para poder introducirte a la trama de un videojuego”.

Adolfo es fanático de los roll playing games (RPG) como la serie Final Fantasy, Dragon Quest; o los first person shooter como Call of Duty. “Un modo de digerir historias, literatura”, dice.

Otro aspecto anticipado de lo que significa recibir el premio Monteforte resulta en el reconocimiento como “escritor” en la literatura guatemalteca. Escobar Hernández es consciente de ello, pero tampoco lo ve como una “responsabilidad”, a priori. “No siento prudente reclamar un lugar en el mundo de las letras con sólo varios reconocimientos. Me interesa más comprender la forma de generar estructuras de demanda y oferta para la literatura. Quisiera que existiera realmente una simbiosis entre los que producen y los que apenas empiezan a producir. Como la quijotada de imaginar que en Guatemala, aunado a los concursos literarios, hubiese convocatoria por parte de las grandes editoriales para que los autores puedan enviar propuestas o manuscritos de sus textos para una contingente publi-cación”.

En pocas palabras
Lectura y lectores
“Sé que suena idealista, pero que alguien se emocione y viva realmente lo que yo escribo es encomiable. Ser parte de la vida de un lector, crear imaginación... no existe mejor retroali-mentación”.

Duelo en el paraíso (cuento ganador)
“Un cuento que trata sobre un escritor venido a menos, sobre la crisis existencial. Una manera de relatar un cambio, una ruptura trascendente”.

Blog
“No. Leo mucho, juego mucho, pinto, dibujo, escribo, soy músico. Hago demasiadas cosas, pero por áreas que tengo claras. No me queda tiempo”.

Estímulo
“No soy motivador ni moralista, pero la gente se ha olvidado de los anhelos y los sueños. El estímulo primordial debe radicar en aquella actividad que necesités hacer, la existencia no se trata sólo de sobrevivir”.

Obras premiadas
La Fundación Mario Monteforte Toledo ha reconocido en sus diferentes certámentes a los siguientes autores.

Premio Nacional de Novela
Las murallas, de Adolfo Méndez Vides (1997)
Sara Sonríe de último, de Víctor Muñoz (1998)
El último Silencio, de Ronald Flores (1999)
Matusalén, el heterodoxo; de Fernando
González Davison (2000)
Lengua de Pájaro, de Haroldo Sánchez (2001)

Premio Centroamericano de Novela
Memorias del año de la Cayetana, de Jacinta Escudos (2002)
Por el lado oscuro, de Oswaldo Salazar de León (2003)
Con Pasión absoluta, de Carol Zardetto (2004)
Diccionario Esotérico, de
Maurice Echeverría (2005)
Legajo anudado, de Rogelio Salazar de León (2006)
Los Jueces, de Arnoldo Gálvez Suárez (2009)

Premio Centroamericano de Cuento Corto
Canillas de leche, de Luis Cordón (2007)
Duelo en el Paraíso, de Adolfo Escobar Hernández (2009)

T. Oswaldo J. Hernández ohernandez@sigloxxi.com
F. Cecilia Cobar ccobar@sigloxxi.com

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Seria bueno que se publicara el cuento ganador para ver cual es la lietarutura Guatemalteca en la actualidad. O una parte del cuento. Felicitaciones al ganador.

Anónimo dijo...

Cada vez que premian a un escritor guatemalteco la verdad da pena, como es posible que se atrevan a utilizar el mismo nombre Duelo en el Paraíso, cualquiera con cinco dedos de frente sabe que dicha obra es del escritor español Juan Goytisolo genero novela de 1955, investiguen antes de borrar mi comentario. Por respeto a los verdaderos escritores minimo cambien el nombre, porque aunque seguramente será otra obra que se quede para leer entre amigos de sus amigos, es una falta de respeto a España y sus grandes escritores lo que hacen, escritores en Guatemala, un club se amigos es lo que hay, sino respondan porque hace cincuenta años lo màs lejos que alguien los edita es en centroamerica, jajajaja,saludos y si borran mi comentario por lo menos investiguen y se darán cuenta que tengo razón, no soy escritor pero por lo menos si se de literatura.