domingo, 13 de diciembre de 2009

“Siempre con Guatemala adentro”

Juan Jacobo Rodríguez Padilla
Jaime Barrios Carrillo escribe acerca de un pintor y muralista que ha vivido 50 de sus 87 años en Francia.
Seguir leyendo...

Siempre he sido admirador de Juan Jacobo Rodríguez Padilla; uno de nuestros grandes artistas y, sin duda, un clásico viviente que, habitando en París, Francia mantiene a Guatemala en su mente y en sus sentimientos más genuinos. Nació en 1922, en la capital y ha vivido 50 de sus 87 años afuera, mas, y en sus palabras, “siempre con Guatemala adentro”.

El poeta y crítico Luis Cardoza y Aragón lo llamaba “el suspiro que pinta”. Juan Jacobo es un hombre intenso, ecologista, vegetariano, artista, conoce-dor del arte maya. También fue cofundador del grupo Saker-ti, que unificó a los artistas jóvenes en los años 50. El grupo recorrió el interior del país, lle-vando teatro, pintura y música. Zipacná De León, su sobrino ya fallecido, organizaría —muchos años después— talleres y exhibiciones en los departamentos.

No es una exageración. Juan Jacobo ha vivido aportándole brillo al nombre del país en el extranjero. Con su obra, refleja nuestra historia, que él bien conoce y, de la cual, ha sido partícipe.

“Después de la muerte violenta de mi padre, por motivos políticos, nos trasladamos a Rabinal, donde pasé buena parte de mi infancia y adolescencia. Allí entré en contacto con la cultura maya, por primera vez”, me dice.

Este artista pertenece a una familia de sobresalientes artistas. Su padre Rafael Rodríguez Padilla fue el fundador de la escuela de Bellas Artes y el primero en hacer esculturas fundidas en bronce en Guatemala (entre otras, el monumento a Lorenzo Montúfar, en La Reforma). La tradición la continuaron Jacobo y su hermana Fantina. Pintaron murales siendo jóvenes, asesorados por Eduardo Abela, diplomático y artista cubano en tiempos de Juan José Arévalo Bermejo. Pero Fantina fue desaparecida en la década del 70 por las fuerzas oscuras de Guatemala.

Juan Jacobo, Guayo de León y Adalberto de León fueron tres jóvenes becados por el Gobierno en 1952 para estudiar en Francia. Cuando Árbenz fue derrocado les quitaron la beca. Se quedaron en Francia. Guayo ya murió y su obra debe estar almacenada, esperamos, en algún sótano parisino. Su cuñado Adalberto de León se suicidó en el parque de Vinncent, en un frío otoño de 1957. Rafael, Fantina, Guayo, Adalberto, Jacobo. La trilogía destina-taria del poeta Orantes: “entierro, encierro o destierro”.

“No nos dieron ni el pasaje de regreso y me quedé en Francia, luego me trasladé a México donde viví y trabajé bastantes años para volver a Francia a radicarme”.
El interés por los murales llevó a Jacobo a realizar frescos para el Museo Antropológico de México. El dedicado a la cultura tolteca es una obra maestra.

“Me gusta mucho el trabajo del mural, pues es un trabajo de equipo. La experiencia del fresco tolteca fue muy positiva, sin olvidar que la competencia fue durísima para obtenerlo. También he hecho uno de 26 metros cuadrados en La Gallarde de la Costa Azul, en Francia”.

En Guatemala estamos demasiado ocupados con la diaria destrucción moral y vital, y queda poco tiempo y espacio para el arte y la cultura. De ahí que la obra y la vida de este artista guatemalteco no deja de inspirarnos y servir de ejemplo. Muy acertada ha sido la producción del filme de Guillermo Escalón acerca de la vida y obra de Juan Jacobo. El material fue presentado en la Maison de l’Amérique en Latine, en París.

T. Jaime Barrios Carrillo. jbarrios@sigloxxi.com
F. Katina de León Rodríguez.

0 comentarios: