domingo, 1 de noviembre de 2009

“Tenemos grandes talentos, pero casi nadie lo sabe”

Álvaro Montenegro
José Luis Escobar charla con uno de los solistas del concierto extraordinario que la Orquesta Sinfónica Nacional ofrecerá el próximo jueves, para celebrar sus 65 años de fundación.
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“Desde hace unos seis años es más frecuente que personas de mi edad obtengan una plaza en la orquesta”.

Álvaro Montenegro tiene 22 años, y desde los 16 se acercó a la Orquesta Sinfónica Nacional (OSN). Primero lo hizo como colaborador, y a partir de los 18, como miembro oficial. “Ocho maestros me examinaron”, recuerda del día en que presentó oposición para la plaza que hoy ocupa.

Álvaro es violonchelista. Él me cuenta que de los 56 miembros de la OSN alrededor del 10% se encuentra entre los 20 y 27 años. “Hay maestros que tienen 30 años de servicio”, menciona quien ha visto jubilarse a cuatro colegas. “En la Orquesta hay mucha gente altamente capacitada. Tenemos grandes talentos, pero casi nadie lo sabe”.

“Empecé a estudiar a los ocho años”. Montenegro es uno de los jóvenes de la OSN y su historia es como la de muchos músicos del lugar; está ligada al Conservatorio Nacional de Música. Además de completar los ocho años que exige la carrera musical en el Conservatorio Álvaro tiene una licenciatura en música.

Aprovecho con Álvaro el receso de media hora que tiene en uno de sus ensayos. Él, junto a Julio Lima, también violonchelista, son los solistas del próximo concierto que ofrecerá la Sinfónica Nacional (lea Violonchelo). Se trata de un evento magno que con piezas de Vivalvi, Händel y Boccherini celebra los 65 años de trayectoria de la Orquesta (lea Música sinfónica).

“Nos topamos en el camino”, me cuenta Álvaro de su colega, con quien se presentó, en 2006, al examen por oposición. Ambos obtuvieron un puesto, tienen la misma edad, son violonchelistas e iniciaron sus estudios desde temprana edad, en el mismo lugar.

El concierto de aniversario los reúne nuevamente, pues con anterioridad han tocado en diferentes escenarios de la ciudad. La gala musical es especial para los dos, pues el director invitado es Alfredo Mazariegos, su maestro en el instrumento que los ha llevado a recorrer los escenarios internacionales.

Mazariegos se jubiló recientemente de la OSN, en donde ocupó el puesto principal en el registro de violoncellos. Lima arriba hoy al país. Radica en Costa Rica, donde continúa sus estudios musicales, en la Universidad Nacional. Tanto Álvaro como Julio son licenciados en música, con especialidad en ejecución de violonchelo.

“La universidad Galileo becó y graduó a los 56 músicos. Fue algo que dejó huella porque nunca antes una universidad había hecho algo similar con una orquesta sinfónica nacional. Hubo muy buenos comentarios de músicos de otros países”, menciona Álvaro de su licenciatura, una oportunidad que le llegó justo al mes de haber ingresado oficialmente a la Orquesta. Su escuela duró año y medio y tuvo que desarrollarla paralelamente al trabajo que exigen los ensayos y las diferentes temporadas de la Orquesta.

Pero la carrera musical no es el único paralelismo en los jóvenes violonchelistas. Sus familias también están empapadas de notas y acordes.

“Mi papá es maestro de música; se graduó de la Escuela de Maestros de Educación Musical Jesús María Alvarado. Mis tres hermanas también están en la Sinfónica, dos en violín, y la otra en viola. El papá de Julio es flautista, es segundo fagot en la Orquesta. Su mamá fue directora de la Escuela de Maestros de Música, y su hermana mayor da clases de piano en el Conservatorio”.

La media hora con Álvaro casi llega a su final. El movimiento en los pasillos del Conservatorio se cuela hasta la sala en la cual charlamos y hace evidente que los músicos se disponen a volver a la sala. Antes de partir le pregunto a Álvaro si, como joven, le fue difícil lograr la aceptación de sus colegas.

Él me responde que en nuestra sociedad la juventud es vista con cierto recelo, “y le doy toda la razón”, dice, “porque un joven no tiene la experiencia suficiente”, pero agrega que en el ámbito musical “si bien la experiencia es baja, la capacidad es óptima”, y me recuerda que detrás de un rostro lozano está una preparación que exige, por lo menos, de ocho a diez años de estudio. “Como decimos en la Orquesta: comparar a un joven con un maestro ya es sazón. Además, son los años los que dan la experiencia y no una plaza”.

Álvaro indica que no vivió una adaptación difícil, pues muchos de los miembros de la Sinfónica son rostros conocidos. “Mi papá me traía al Conservatorio desde que tenía cinco años. He pasado muy buenos momentos aquí, mi desempeño musical ha sido aquí, y por la Orquesta daría la vida”.

A su carrera en la OSN el violonchelista suma sus estudios de derecho y una agenda con Ad líbitum, cuarteto de cuerdas que integra junto a sus hermanas, y en el cual se interpreta música clásica y arreglos de temas nacionales. Los hermanos han representado al país en Estados Unidos, México, Honduras y El Salvador.

VIOLONCHELO
El jueves 5, a las 7 p.m., en el Conservatorio Nacional de Música (3a. avenida y 5a. calle, zona 1) se realizará el concierto extraordinario que celebra los 65 años de fundación de la Orquesta Sinfónica Nacional.

El programa estará marcado por solos para violonchelo en las piezas: Concierto en Sol menor para dos violonchelos, de Antonio Vivaldi; Suite para orquesta de la música acuática, de Georg Friedrich Händel, y Concierto para violonchelo y orquesta en Si bemol mayor, de Luigi Boccherini.

Los boletos valen Q20 y se pueden adquirir en la 5a. calle 3-25, zona 1, en horas de oficina, o en taquilla la noche del concierto. Para reservación llame a los teléfonos 2253-9023 y 5283-7714.
Habrá seguridad perimetral a cargo del Plan Cuadrante de la Policía Nacional Civil. Puede dejar su auto en ambos lados de la 5a. calle, entre 2a. y 5a. avenidas. También hay parqueos públicos sobre la 5a. calle entre 2a. y 6a. avenidas.

MÚSICA SINFÓNICA
Todos los integrantes de la Orquesta Sinfónica Nacional (OSN) son guatemaltecos, lo cual no es común en otras latitudes, de acuerdo a Jaime Sánchez, relacionista de la Orquesta.
Los antecedentes de la OSN datan de la era ubiquista, cuando finalmente se conformó una agrupación estable de este tipo (Ars nova), pero fue utilizada por el Gobierno de entonces para fines políticos, y se le cambió el nombre a Orquesta Liberal Progresista. Con la Revolución de 1944 la orquesta se transforma en la que conocemos.

En 65 años de historia diferentes generaciones de músicos han desfilado desde entonces por esta institución, declarada en 1991 Patrimonio Cultural. Entre sus directores han figurado el violinista Andrés Archila, José María Franco Gil, Ricardo del Carmen, Jorge Álvaro Sarmientos, Óscar Barrientos y Enrique Anleu Díaz.

La OSN arriba a su 65 aniversario con grandes proyectos: busca su descentralización (hay una iniciativa de ley para ello), proyectarse en los departamentos (sólo Guatemala cuenta con una sinfónica), descongelar plazas (actualmente no hay presupuesto para contratar un director; quienes participan lo hacen como invitados) y retomar todas las temporadas que otrora presentaba (los recortes financieros afectan, por ejemplo, las presentaciones en los departamentos).

A pesar de su corta edad y presencia en la Sinfónica Álvaro Montenegro recuerda una época de mayor esplendor y alcance nacional.

“La Orquesta es el mayor exponente de música en Guatemala, pero no se le da el apoyo que debería tener. Nuestro presupuesto se ha recortado y la institución podría venirse abajo”, indica con desaire Pero en medio de las limitaciones hay satisfacción por un año más de música sinfónica para Guatemala. El aniversario trae la esperanza de que un día la cultura sea vista en el erario con la misma importancia que la defensa nacional.

EN POCAS PALABRAS
ENTIDADES HERMANAS
“La mayoría de los miembros de la Orquesta son los maestros del Conservatorio, en donde se está creando el semillero para una nueva generación de músicos”.

MÁS APOYO
“A la cultura le falta apoyo. La cultura ayuda a construir un mejor país. Tengo 22 años y gracias a la música, a pesar de estar expuesto a las pandillas cuando estudié (básicos y diversificado), nunca me enrolé en una”.

CONSTANCIA
“La música no es una afición; es una carrera que exige por lo menos ocho años para obtener un bachillerato. De mi generación nos graduamos dos, de 45 que empezamos: mi hermana y yo”.

T. José Luis Escobar, jescobar@sigloxxi.com
F. Cecilia Cobar, ccobar@sigloxxi.com

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