domingo, 11 de octubre de 2009
Papeles de Tato
Luis Eduardo Rivera regresa en su libro más reciente a los textículos, aforismos que no pueden leerse de corrido, y se festejan o causan enojo, cuenta Eddy Roma.
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Las primeras noticias de Tato, escritor guatemalteco residente en París, se tuvieron en los papeles que su compatriota Luis Eduardo Rivera publicó bajo el título Soñador de día, velador de noche, en 1988.
Aparte de referir sus aventuras como portero de hotel en la capital francesa, Tato compartió sus reflexiones acerca de la literatura en breves capítulos llamados textículos. El nombre causó alguna gracia, provocó una respuesta de la poeta Aída Toledo bajo el nombre de pezóculos, y recobran presencia en las páginas de Tatologías, el nuevo libro de Rivera, ilustrado por el pintor Jacobo Rodríguez Padilla.
En trabajos anteriores, como Oficio de lector (1994), Luis Eduardo declaró su preferencia por la lectura de diarios, fragmentos y aforismos. Vistos como obra suelta, o como anotaciones al margen de la obra principal, estos apuntes revelan el pensamiento del escritor mejor que cualquier entrevista o biografía.
Acá se refiere a los problemas que le plantea su tarea de creador y sus impresiones ante el paso de los días. Tampoco ocultan sus desacuerdos y sus reyertas. Las ocurrencias que pronuncia se festejan o causan enojo. Tales escritos no pueden leerse de corrido: cada uno debe medirse y pesarse antes de pasar al siguiente.
Estas características se reúnen en Tatologías. La primera sección, Obras incompletas de Tato, recoge ideas que parecen anotadas casi al mismo tiempo que se formularon. El aforismo es un destello que merece aprobación: “El hombre arrepentido, cuando orina, mea culpa”.
También evidencia que, a pesar de elegir vivir lejos, el país natal siempre le causa preocupación. Luis Eduardo sabe de dónde viene y por eso advierte: “Guatemala no es un país en vías de desarrollo; es un país en vías de desaparición”.
La nueva serie de textículos revela a Luis Eduardo como atento lector de periódicos, televidente asiduo de la programación cultural francesa y peatón gustoso de caminar entre la multitud que abarrota calles y estaciones de metro. De ahí provienen sus observaciones, que le sirven para oponer ideas y contrastar opiniones. Le gusta provocar discusión, como al afirmar que “a nuestros mejores escritores nacionales se les siente el olor a naftalina, hieden a encierro, se desintegran cuando se les extrae de su contexto”.
A veces se dirige a sí mismo, efectuando llamados a salir de la inercia y ponerse a trabajar. Cuestiona la validez de la academia porque, a causa de tanta indigestión teórica, se desconecta de la realidad que pretende estudiar. Siempre está alerta contra todo intento por convertir a las personas en simples estaciones reproductoras de consignas.
“La contradicción”, dice, “es siempre benéfica; a menudo conduce y desemboca en soluciones. La convicción es un tope y una repetición. La primera lleva a la búsqueda; la segunda, al dogma y, en consecuencia, al fanatismo”.
Por último, se ofrece una selección muy apretada de los diarios del autor escritos entre 1995 y 2002. Los originales fueron anotados tras efectuar la compra de un libro o al terminar de leer cualquier suplemento cultural.
Como en Oficio del lector, comparte citas provenientes de sus lecturas. Sus fuentes son diversas: las encuentra en cualquier declaración hecha por la cantante Chabela Vargas o el ensayista George Steiner. Le divierte la imprecisión con que los periódicos manejan el idioma, y comprueba que los españoles, al igual que los guatemaltecos, niegan una parte importante de sus orígenes (sus raíces árabes y judías, en este caso), mientras ensalzan su procedencia celta, romana y visigoda. Aunque muchos opinen que Luis Eduardo no necesita subirse a un avión para estar entre las nubes, se equivocan. Deben cuidarse de su mirada.
La opinión que Luis Eduardo dedica al contenido de Rhumbs, del poeta francés Paul Valéry, sirve también para resumir los alcances de Tatologías: “Gracias a su carácter fragmentario, inconcluso, estas notas son, a su vez, chispas que encienden la curiosidad del lector, e incitan, igualmente, a nuevas reflexiones”.
TATOLOGÍAS, DE LUIS EDUARDO RIVERA. EDICIONES DEL CADEJO, 2009. 100 PÁGINAS.
T. Eddy Roma. eddyjromaa@hotmail.com
F. Alejandro Azurdia. aazurdia@sigloxxi.com
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