domingo, 30 de agosto de 2009
Sobre los pasos del Sholón
El libro de Gustavo Porras, Las huellas de Guatemala, hace revivir momentos críticos de nuestra historia patria, refiere Francisco Ancheyta.
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Hace unos días, F&G Editores puso en circulación el libro Las huellas de Guatemala, escrito por Gustavo Porras Castejón, conocidísimo en el mundo de la política y de los movimientos sociales como el Sholón, un apelativo que hace honor a su enorme cabeza y a su esmirriado cuerpo.
Conocedor de muchos de los sucesos que marcaron a nuestro país en los últimos 50 años, este batallador por la democracia y la justicia social hace un re-cuento de su vida, desde la metamorfosis ciclística (su deporte favorito) de su origen católico hacia posiciones revolucionarias y guerrilleras.
A lo largo de las 369 páginas del grueso tomo, el Sholón nos cuenta los sucesos que le tocó vivir como organizador y orientador de grupos populares, entre los cuales los indígenas fueron una de sus principales preocupaciones. No se calla tampoco los hechos relevantes en los que estuvo envuelto cuando fue el secretario privado del presidente Álvaro Arzú, quien tuvo el honor de ponerle el punto final a una guerra surgida por las incomprensiones en la sociedad guatemalteca.
Dos lecturas
La obra, a mi modo de ver, tendrá inevitablemente dos lecturas, aunque ambas serán de un trasfondo histórico innegable. Para los compañeros de la generación de Porras significa un recuento de hechos resurgidos, y que se pueden palpar. Esas heridas no se han borrado del imaginario colectivo. La otra: el libro forma parte ya de una elaboración teórica, que tendrá que ser vista por los jóvenes y los analistas del futuro como un documento valioso para entender las razones de un conflicto bélico cruento e inhumano.
Lo seguro es que los jóvenes, quienes apenas sintieron el coletazo del enfrentamiento fratricida, no lo sentirán igual que quienes anduvieron por las calles guatemaltecas, como militantes o simples ciudadanos (de ambos lados ideológicos), cuando la violencia ascendió a índices de locura extrema.
Luego de exponer su paso por los grupos católicos (formó parte del famoso Cráter) que trataron de crear proyectos para mejorar la calidad de vida de los pobres, el Sholón relata su recorrido por el movimiento revolucionario. Esta historia es, en mi opinión, una de las más interesantes, ya que él estuvo alzado en momentos en los que el Estado se sentía acorralado, y que por ello las fuerzas de seguridad, ejército, policías y grupos paramilitares, respondieron con inusual violencia.
Actitud insurreccional
A criterio de Porras, y por los informes a los que tuvo acceso, en el Altiplano de occidente había 1.5 millones de personas en actitud insurreccional, con apenas un par de centenas de hombres armados. Y eso fue lo que permitió a los militares desplegar su poderío bélico, hasta aislar a la guerrilla de su base de apoyo poblacional.
Hasta ahora ha habido muy pocos libros en los que se asume una actitud autocrítica, para reconocer los errores de la guerrilla y los éxitos del Ejército. El Sholón asume y analiza por qué los militares lograron imponer su criterio para conducir una guerra local, la cual muchos se empeñaban en colocar como parte del conflicto este-oeste.
Al contrario de lo que pasó en El Salvador, donde los estadounidenses tuvieron incidencia decisiva en la dirección de la guerra contrainsurgente, en nuestro país se echó mano de un potencial de inteligencia más acorde con nuestra realidad.
Ese fue el quiebre estratégico que los militares chapines aprovecharon para aplastar a la población, mayoritariamente indígena, que desafiaba el poder del Estado, considerado una estructura al servicio de los detentadores del poder económico y político.
Hacia la paz
El autor de Las huellas de Guatemala relata también con mucha precisión los entretelones de las negociaciones de paz entre el Gobierno, presidido por Arzú, y la Comandancia General de la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG). En el libro relata las peripecias que se tuvieron que hacer para salvar, luego de la estupidez, política y humana, de un grupo de guerrilleros de secuestrar a una anciana de la familia Novella.
En todo eso estuvo metido Porras, y su narración, la cual se puede apreciar como si fuera una charla magistral, responde a la inquietud que tienen muchos chapines acerca de conocer los recovecos de un conflicto que marcó nuestra historia para siempre.
Por eso es necesario seguir sobre los pasos del Sholón, pues él fue uno de los primeros en darse cuenta de que la lucha de clases divide (aunque no se pueda negar su existencia real), y planteó algo que todavía está pen-diente: lograr la unidad de todos los sectores sociales, para que juntos, de verdad, puedan derribar la indignante situación de pobreza, y en algunos casos de miseria, en que viven muchos de nuestros compatriotas.
LAS HUELLAS DE GUATEMALA, DE GUSTAVO PORRAS CASTEJÓN. F&G EDITORIES, 2009. 369 PÁGINAS.
T. Francisco Ancheyta. fancheyta@sigloxxi.com
I. Alejandro Azurdia. aazurdia@sigloxxi.com
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