domingo, 26 de julio de 2009

Mi trabajo como astrónomo

Eduardo Rubio* Ventana al cielo
Me interesé por la astronomía desde que era pequeño. Con mi familia vivíamos en esos años en Bárcenas, Villa Nueva, y en el parcelamiento no habían instalado la electricidad y mi padre solía despertarnos a mi hermano y a mí para ver las estrellas en la noche, y ver todos esos luceros allá arriba me parecía increíble.
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Me interesé por la astronomía desde que era pequeño. Con mi familia vivíamos en esos años en Bárcenas, Villa Nueva, y en el parcelamiento no habían instalado la electricidad y mi padre solía despertarnos a mi hermano y a mí para ver las estrellas en la noche, y ver todos esos luceros allá arriba me parecía increíble.

Cuando estaba en el bachillerato supe que para ser astrónomo es necesario entender las leyes fundamentales de la física y todo astrónomo es primeramente un físico o un matemático con cierta formación en física. Por ello decidí estudiar Licenciatura en Física en la Usac.

Para realizar mi tesis de licenciatura conté con el apoyo del Instituto de Astronomía de la Unam y de una beca de la Unión Astronómica Internacional, para ir a hacer una investigación sobre estrellas variables en la constelación de Orión. Luego de graduarme, gracias a otra beca realicé una Maestría en Ciencias con especialización en Astronomía, con una tesis sobre discos de acreción alrededor de agujeros negros.

Ahora realizo un doctorado en ciencias en el Instituto de Astronomía de la Universidad de Ámsterdam. El trabajo que realizo es básicamente buscar pulsares nuevos. Lo hago utilizando el radiotelescopio de Westerbork en los Países Bajos, un radiotelescopio que consta de 14 antenas de 25 metros cada una. Analizo los datos, escribo software y métodos eficientes para poder procesarlos.

Para eso utilizo dos supercomputadoras. Una es el clúster llamado PuMa, o Pulsar Machine, un clúster que consta de 32 computadoras con procesadores y discos dobles, que equivale a 64 computadoras personales. El otro clúster está en la Universidad de Manchester, en el Observatorio Lovell de Jodrell Bank en el Reino Unido, y consta de unos 600 procesadores. Si los datos que tengo que analizar los analizara una sola computadora, me tardaría ¡unos 30 años!, pero con la ayuda de estos clústers me tardo pocas semanas.

Los datos que analizo conciernen a tres regiones diferentes del cielo, y los datos de cada región son diferentes, puesto que queremos ver objetos ligeramente distintos. Los pulsares que busco podrían corresponder a dos tipos diferentes de manifestaciones de estrellas de neutrones: radiopulsares, estrellas de neutrones que giran rápidamente y que emiten pulsos de radio cada vez que uno de los polos magnéticos apunta hacia la Tierra, y RRATs, que son básicamente hermanos de los pulsares, estrellas de neutrones con campos magnéticos muy potentes, pero que, por alguna razón que no conocemos aún, emiten pulsos de radio de manera no constante; como si un faro se encendiera o apagara de vez en cuando y no cada vez que apun-ta hacia nosotros.

Esta búsqueda está tomando lugar en tres diferentes regiones del cielo: i) en el plano de nuestra Galaxia (en la constelación del Cisne), ii) en la galaxia de Andrómeda, M31 (fuera del plano de nuestra Galaxia) y iii) en la Galaxia Enana de Escultor (uno de los satélites de la Vía Láctea).

*Eduardo Rubio Herrera (Guatemala, 1978) es licenciado en Física por la Usac; magíster en Astronomía por la UNAM y cursa un doctorado en Astrofísica en la Universidad de Ámsterdam.

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