¿Cómo se forma una estrella? No todas tienen el mismo color. Algunas se observan blancas, mientras que otras se presentan azuladas y unas pocas de color rojizo.
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¿Cómo se forma una estrella? No todas tienen el mismo color. Algunas se observan blancas, mientras que otras se presentan azuladas y unas pocas de color rojizo.
El análisis de la luz que proviene de ellas ha permitido establecer relaciones precisas entre los parámetros estelares para determinar la forma en que las estrellas evolucionan a lo largo del tiempo.
La masa, es decir la cantidad de materia que conforma una estrella, es quizás el parámetro más fundamental de todos, ya que permite predecir la longevidad de la estrella y las fases por las que ésta pasará a lo largo de su evolución.
Existe evidencia teórica y observacional que muestra que las estrellas se forman a partir del acrecimiento de material interestelar en un disco, compuesto principalmente de hidrógeno, helio y otros elementos livianos.
Estos discos sufren un colapso graviatorio, proceso por medio del cual, material cae hacia el centro del disco. Debido a este colapso, la temperatura del disco aumenta, así como la velocidad de rotación en el centro.
Luego de pocos millones de años, comenzarán a ocurrir en el disco dos fenómenos de forma simultánea: la temperatura en el centro se incrementará, provocando que el material se expanda hacia afuera del disco; y se acumulará material en grandes cantidades cerca de la región central, suficiente como para generar una atracción gravitatoria propia, que atraerá el material hacia el centro.
Es como una lucha de dos fuerzas inimaginables, una que empuja todo hacia el centro (la gravedad) y otra que hace que este disco protoestelar se expanda debido a la elevada temperatura en el centro.
Eventualmente estas dos fuerzas se equilibrarán y en el momento en que esto ocurre, nace una nueva estrella. Las condiciones bajo las cuales esto ocurre son bastante extremas: se necesita una cantidad muy grande de material para generar la gravedad suficiente (unos pocos quinquillones de kg de hidrógeno para formar una estrella como el Sol) y es necesario que la temperatura en el interior del disco protoestelar esté lo suficientemente elevada (unos 10 millones de grados Kelvin), para permitir la existencia de reacciones termonucleares que darán vida a la nueva estrella.
Usualmente el proceso de formación estelar ocurre en las colosales nebulosas de hidrógeno molecular de varios miles de años luz de diámetro localizadas en el disco y en los brazos espirales de nuestra Galaxia. Nuestro Sol, junto con los planetas del sistema solar, se formó en una de estas nubes hace unos 4.5 mil millones de años.
Estas nubes contienen suficiente material como para formar entre decenas y cientos de estrellas. Generalmente las estrellas se forman en grupos llamados cúmulos abiertos y asociaciones estelares donde presentan una coloración blanco-azulada. Esto ha sido verificado al observar durante muchos años el color, la dirección y velocidad del movimiento propio de las estrellas que forman estos rebaños estelares.
De esa forma, se ha encontrado que muchos de los asterismos del cielo nocturno pertenecen en realidad a grupos estelares que compartieron un mismo pasado. No siempre ocurre que los cúmulos abiertos permanecen unidos, en algunos casos, las órbitas de los componentes de estos grupos pueden ser perturbadas gravitacionalmente por algún encuentro estelar y eventualmente esto puede terminar en la disolución del cúmulo, arrojando las estrellas aleatoriamente en distintas órbitas alrededor del disco de nuestra galaxia.
Quizás esto explica por qué nuestro Sol viaja de manera solitaria en su periplo por nuestra galaxia. ¿Ya notó usted alguna estrella blanco-azulada en el cielo?
*Eduardo Rubio Herrera (Guatemala, 1978) es físico graduado en la Usac; magíster en Astronomía por la UNAM y cursa un doctorado en Astrofísica en la Universidad de Ámsterdam en los Países Bajos.
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