domingo, 24 de enero de 2010

Mango Punch: un sabroso cóctel sonoro

Walter Suhr





Walter Suhr llega por primera vez con su banda Mango Punch, para un único concierto. En Estados Unidos, escribe Jorge Sierra, el grupo fue bautizado como la Miami Sound Machine de Texas.
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Su música es, sobre todo, rítmica y tropical, muy contagiosa y alegre... cargada de cierta picardía latina. Y lo es, porque su consigna “disfruto lo que hago y quiero hacer feliz a la gente”, la lleva en la frente.

Walter Suhr está al frente de Mango Punch; él es un artista que en casi dos décadas de trayectoria, dice, ha subido a los escenarios con la intención de que el público sólo pase buenos momentos. “Y me refiero a todo tipo de público, hable español o no”.

Walter, de 48 años, radica en Houston, Texas, y desde hace 18 inició su proyecto musical. Después de cinco álbumes y una serie de triunfos en la escena norteamericana, llega a Guatemala para un único concierto (lea Hoy).

Nuestra charla gira en torno a la consolidación de su propio estilo y la visión de la música, sobre todo latina. Pero en lo esencial, abordamos la conciliación de dos culturas, la hispana y la estadounidense.

La América distinta
“América Latina ha desarrollado una personalidad musical muy fuerte”, dice Walter. “A mí me tocó ver la transición de una América Latina copycat (copiona) que hacía derivativos de la música norteamericana y sólo traducía al español, a una América Latina con personalidad definida. Aquí incluyo a músicos como Ricardo Arjona, y otros artistas que han establecido su sello. A diferencia de los norteamericanos, veo que los latinos gravitamos más en las letras, a cosas intelectuales. Escucho el pop americano en general y lo percibo vacío, raro, abstracto; en Latinoamérica, en cambio, hay profundidad en ello. Eso me gusta”.

Para este ingeniero en ciencias de la computación y música, graduado de la Universidad St. Thomas, Texas, “el latino es una raza pujante. Es cierto que quienes emigran a Estados Unidos es gente que va con un sueño, que va con ganas de romperse el lomo, va a trabajar, a superarse. Si no fuera así, no se hubiera echado el viajecito. Admiro más la historia del jardinero que la que me tocó pasar al viajar cómodo, con visa de estudiante”.

Latino, sobre todo
En medio del choque cultural de qué es ser latino en Estados Unidos surge la pujanza de Mango Punch. Pese a haber iniciado su carrera musical casi a los 20 años –una edad que se considera ya tardía en esta disciplina–, Suhr logró idear con claridad el estilo que deseaba tocar, uno mestizo o crossover, como se dice en inglés, donde amalgamó la salsa, el merengue y el reggae, unido al pop con rasgos de rock.

De hecho, admite “me cuesta definir el estilo. Pero nació en una ciudad cosmopolita, en Houston. Allí conviven colombianos, gringos, mexicanos; de manera que se desarrolló una personalidad que incluye y abarca muchos estilos, pero si se quisiera una etiqueta, Mango Punch es pop rock latino con influencia caribeña. No es merengue ni salsa; es pop combinado”.

Cuando le pido que explique exactamente a qué se refiere con lo pop, Walter se detiene, se acomoda el sombrero que forma parte de su personalidad en el escenario y dice: “Tengo una sensibilidad natural para la música pop. A mí me gusta la canción pop que es natural, breve, no necesariamente con acordes complejos. Aprecio cierta complejidad, pero quiero comunicarme accesiblemente con el público, que la canción suene en la radio. Es obvia la búsqueda del éxito comercial, aparte de la personal. Yo siento que en gran parte la función de la música debería ser algo que ayude a superar las dificultades y a despertar el buen humor. Quiero que mi música no sea negativa, sino que levante el ánimo a la gente, con ritmos alegres”.

De canción y palabra
Este mélange musical, si así se le puede considerar, ha sido su punta de lanza. En efecto, con esas músicas abriga sus canciones de amor y de reflexión (con pizcas de humor) que consiguieron ganar en el Billboard songwriting contest, como también en el John Lennon Songwriting Contest. Y para que no dé lugar a favoritismos metió sus canciones al Festival Internacional de las Islas Canarias, de España, donde alcanzó un primer lugar. A raíz de esto se le pidió escribir, hace dos años, la canción hispana que acompañó la campaña presidencial de la senadora Hillary Clinton. Eso y más.

El gusto de esta banda por los sabores caribeños le ha facilitado recibir cinco premios consecutivos a la música, entregado por la prensa de Houston; así también, haber to-cado en los juegos previos al Super Bowl en su XXXVIII edición. Sus presentaciones han sido transmitidas en las cadenas de televisión ABC, NBC, CBS, PBS, Telemundo, Univisión, Galavisión y Televisa, y sus videoclips en MTV, HTV y VH1.

Amor de otro modo
Si bien es cierto que Suhr es percusionista, también toca el piano, la guitarra y canta. Lo que es evidente es su dote para escribir canciones. “Lo que sucede es que es donde verdaderamente me logro comunicar. Fácil no es. Es un proceso difícil. He leído libros. Es un arte que pulo, es un oficio de orfebre”. Quizá de ese trabajo de relojería no surjan canciones rabiosas, contestatarias o subversivas, sino que lo suyo se decanta por el amor y la reflexión, ambas salpicadas de humor. Pero tampoco son canciones sencillas, de lugares comunes y frases hechas, no.

“En las canciones de amor trato de evitar las cosas trilladas. En una canción de amor no quiero decir: ‘Tu cinturita, tus besos, tus labios de rubí, o sea, esas cosas oídas tantas veces. Siempre busco un ángulo diferente. Por ejemplo, Desayuno de amor habla sobre hacer el amor en la mañana, una arista que no he escuchado en la radio. Entre las divertidas tengo Tacaña, que retrata qué es estar casado con una mujer avara, o Zapatos, que habla del calzado y las muje-res. Como ves, son cosas poco frecuentes, porque la vida es tan compleja, interesante y colorida. Entonces, ¿por qué siempre lo mismo?”.

Sea como fuere, el sentimiento y las ideas expresadas corresponden mucho a su personalidad. Suhr se apresura a pedir: “Quisiera que el público que compre uno de mis discos vea el espectro completo. Que no me encasille, porque somos humanos muy complejos. A los artistas tendemos a encasillarlos, o asignarles sólo una personalidad. A Ricky Martin lo catalogamos en cierto género, pero él como humano es complicado”.

Disfruta el escenario
Está claro que lo que hoy forja este obrero de canciones le sale depurado, maduro y libre. Lejos está de sus primeras composiciones que hizo, como Picolla samba (1985) –un material instrumental de corte brasileño– pero a cambio ha construido una amplia paleta sonora deseosa de contagiar felicidad y vida al público que le escucha, sea en grabación o en vivo.

“Eso lo hago ciento por ciento. Tengo ya tantos años en esta carrera, y todavía salgo al escenario y lo disfruto. Me parece extraño ver a compañeros de profesión que después de mucho tiempo salen aburridos a tocar, pero yo digo: ‘Tenemos esta profesión que es el sueño de mucha gente, subirse a un escenario’. Me comunico mucho con la gente. Quizá no sea un músico excelente; hay otros mejores que yo, pero en otra área en la que me considero fuerte es en la de comunicación. Disfruto que la gente se meta en mi trabajo”.

Temblor de piernas
Surh, como latino, se siente satisfecho con el espacio conquistado en los escenarios estadounidenses. Como otros, ha pasado momentos críticos. Por un tiempo se planteó emigrar, probó aquí y allá, sin suerte, pero reconoce que el público de Houston fue generoso con él.

Así también, los retos vencidos en suelo americano han sido más que satisfactorios, como el día en que se le pidió que cantara el Himno Nacional de Estados Unidos, en un estadio, frente a 30 mil personas. Previo, hubo varios elementos en contra: Walter no podía cantar con la letra en atril, tres días antes notó un error en un fragmento de la misma y, además, estaba fresca la presentación de un méxicoamericano que al cantar el Himno de México olvidó una parte. Surh cantó a capella –y con las piernas temblorosas–, pero su presentación “fue brutal”, dice. “Me aplaudieron. Sentí mucho orgullo”, recuerda el artista.

HOY
¡Al fin en Guate!, una noche de música latina con Walter Suhr y la banda Mango Punch. Única presentación, hoy, a las 6 p.m. Teatro Dick Smith del IGA; Ruta 1, 4-05, zona 4. Q150.

UNA CASITA BLANCA
El repertorio que Mango Punch preparó para esta noche no sólo incluirá la música de Una casita blanca, su nuevo disco, sino también de sus cuatro álbumes anteriores. Para ello contará con dos de sus colabores de siempre: los cantantes Doris Ríos y Jonathan Montes.

El resto de la banda estará integrado por músicos guatemaltecos invitados. Con todos ellos, Suhr desea dar una probadita de su trabajo, y saber de primera mano si sus paisanos están en disponibilidad de beber y disfrutar junto a él de este cóctel sonoro que se antoja tropical e imaginativo.

DE MÚSICOS Y ÁLBUMES
—¿Cuál es el mejor álbum de la década?
—Es una pregunta difícil. Quizá el último de Juan Luis Guerra, La llave de mi corazón. Él sigue siendo original, interesante. Otro podría ser Desde adentro, del cantante Gian Marco, o el del nuevo intérprete cubano Javier García, titulado 13. Él es español de ascendencia cubana; es uno de mis favoritos y nadie lo conoce.

—¿Qué deceso te afectó más: Michael Jackson, Teddy Pendergrass, Mercedes Sosa o Sandro?
—Michael Jackson. Tenía boletos para ir a verlo. Íbamos a ir a ver a una amiga a Londres. Los boletos los compramos tres días antes de su fallecimiento. Fui su seguidor. La mayoría de la gente se volvió admiradora de él, ya cuando había muerto. Era un genio para el baile. Y de niño fue un cantante extraordinario.

—Si pudieras tocar con un músico vivo, de cualquiera de los géneros, ¿con quién lo harías?
—Elton John. Es un músico excelente. Siempre lo he admirado. En medio de todas sus extravagancias –que es en lo que la gente se enfoca– es un musicazo. Con un dominio armónico tremendo. Así también con James Taylor.

—Y con un músico que ya no está entre nosotros, ¿quién podría ser?
—Tito Rodríguez (cantante de Puerto Rico). Me hubiera encantado hacerlo. Tenía una voz extraordinaria y única. Su canción Cara de payaso era muy melódica y quien la escuchaba podía decir“¡Qué cancioncita!”; pero si vas al corazón de la misma, en realidad es armónicamente compleja.

T. Jorge Sierra jorosierra@hotmail.com
F. Morena Pérez mperez@sigloxxi.com

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