Eduardo Rubio* Ventana al cielo
El Universo es un lugar cambiante, continuamente ocurren eventos extremos, como las explosiones de supernovas distantes, detectadas por medio de satélites de rayos gamma en órbita o bien por medio de continuas observaciones desde telescopios ubicados en la superficie de la Tierra.
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Otros eventos que delatan el Universo cambiante donde vivimos, son detectables con otro tipo de radiación, como las ondas de radio. En esta entrega discutiré el descubrimiento de un destello de radio distante del que solamente se ha observado un evento a la fecha. Este pulso se descubrió buscando púlsares en nuestra Galaxia.
Mediante las ondas de radio es posible detectar pulsos muy débiles emitidos por un tipo de estrellas de neutrones llamadas radio púlsares (del inglés pulsating star). Para detectarlos astrónomos realizan observaciones del cielo con radiotelescopios, tomando una instantánea cada pocos cientos de microsegundos (en un minuto obtienen alrededor de 150 mil instantá-neas). En estos datos se buscan dos tipos de señales: i) pulsos periódicos; es decir que se repiten al cabo de cierto tiempo y (ii) pulsos intermitentes, que generalmente se repiten de mane-ra esporádica si provienen del mismo objeto.
Existen púlsares que emiten pulsos muy brillantes, pulsos que siempre pueden ser asociados al mismo objeto. Cuando se buscan púlsares, los telescopios son apuntados a diferentes regiones de nuestra Galaxia y de las galaxias satélites a la nuestra como las Nubes de Magallanes.
En 2006 el Observatorio de Parkes, en Australia observó una región del cielo cercana a la Pequeña Nube de Magallanes. Cuando los datos fueron analizados por David Narkevic, un estudiante de Duncan Lorimer se encontró un potente pulso aislado, proveniente de una región del cielo donde no existe otro objeto y donde ninguna explosión de rayos gamma ocurrió antes de las observaciones.
Este pulso es varias decenas de veces más potente que los observados en los púlsares, tan potente que saturó los recibidores del radiotelescopio de Parkes. Dada la potencia de este pulso y la rareza del mismo, esta detección llamó la atención de los astrónomos, ya que nunca antes se había observado un fenómeno de este tipo.
A partir de su intensidad se determinó que este pulso solamente se pudo generar por medio de unos pocos eventos extremos donde se liberan grandes cantidades de energía a tempe-raturas inimaginables. Uno de estos eventos es cuando dos estrellas de neutrones se fusionan formando un agujero negro y liberando un destello de radiación.
Otro evento que puede generar esta cantidad de energía es cuando un tipo de estrella muy compacta llamada magnetar (debido a su enorme campo magnético), reacomoda su estructura interna liberando gran-des cantidades de radiación. De la intensidad de este destello y de otras propiedades medidas en los datos, se encontró que este objeto se localiza a por lo menos unos 1,800 millones de años luz de distancia y que por lo tanto proviene de alguna galaxia distante.
Hasta ahora muchos observatorios del mundo han tratado de ver fenómenos semejantes, ya que se calcula un evento semejante por día. Hasta hoy no se conoce de otro fenómeno semejante debido a que se requieren observaciones extremadamente largas para mirar por lo menos uno.
En pocos años, dos telescopios van a esclarecer este misterio: LOFAR (Low Frequency ARray) y el SKA (Square Kilometer Array). LOFAR que está siendo construido ya y uno de sus programas de observación será monitorear las ondas de radio a baja frecuencia provenientes de todas las direcciones de cielo.
¿Estamos ante un nuevo tipo de fenómeno astronómico? ¿Encontraremos más destellos de radio distantes?
*Eduardo Rubio Herrera es licenciado en Física por la Usac y cursa un doctorado en Astrofísica en la Universidad de Ámsterdam.
domingo, 24 de enero de 2010
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