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Pero en diciembre el ambiente cambia, por completo: conforme el día avanza, el tránsito se cierra a los vehículos; los vendedores se multiplican y llenan dos cuadras más, pero no sólo para ofrecer vajillas al por menor, sino para impregnar el sector con la atmósfera navideña. A este lugar acuden quienes conservan la tradición de elaborar el Nacimiento: musgo, barba de viejo, aserrín multicolor, figuras de barro, pascuas y un sinfín de artesanías saturan estas tres cuadras, cercanas al Mercado Central.
Desde nuestro punto de observación captamos la jornada: vimos cómo, por la mañana, aparecían picops para entregar mercadería y a personas que pernoctaron en sus puestos de venta. También a agentes de la PMT multando a un motorista, repartidor de hielo. Y a un auto que minutos después paró en el mismo lugar, pero con mejor suerte. Los últimos vehículos en transitar lo hacen a paso lento, luego, los peatones se apoderan de la calle.
Cerca del ocaso los automovilistas resienten más el cierre del tramo y proliferan los bocinazos, pero eso no altera a los compradores, quienes están inmersos en un mercado temporal alumbrado ya por la Luna y las lucecitas de múltiples colores.
T y F: Cecilia Cobar y Morena Pérez.
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