domingo, 29 de noviembre de 2009

El viajero del siglo

Francisco Alejandro Méndez encuentra que el Premio Alfaguara 2009 es una novela muy europea, pero a la vez recapeada con el toque latinoamericano.
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Cuando uno comienza a leer esta última y premiada novela del argentino Andrés Neuman, quizá las preguntas que se formula, tras leer las primeras pági-nas son: ¿A dónde me llevará la novela?, ¿de la mano de quién?, ¿a través de qué época?

Poco a poco, las respuestas comienzan a aparecer; primero, con la compañía del protagonista, Hans, un incansable viajero que, como rompimiento a su regla, se ancla en Wandenburgo. Hans es un personaje con una vasta cultura.

Con la idea de pasar la noche y marcharse al día siguiente para continuar su viaje, se hospeda en la casa de la familia Zeit, pero poco a poco se va quedando, hasta llegar a ser parte de ella y de su entorno. La familia Zeit, la primera que conocemos, es muy singular, desde el padre, quien todos los días le pregunta que cuándo se irá, pasando por el hijo que va dejando gases por toda la casa; hasta Lisa, la hija, quien trabaja en quehaceres domésticos bajo la mirada panóptica de su madre.

Wandenburgo es un pueblo que bien puede estar ubicado entre el barroco y el realismo mágico de América Latina, o el sofisticado y gótico pueblo europeo. Claro que es europeo (entre sajona y prusiana), pero con circunstancias especiales; por ejemplo, las calles que cambian extrañamente de lugar, los monumentos y mucha de su arquitectura aparece cada día en diferente ubicación.

Es, además, un pueblo en el que conviven los todopoderosos dueños de las principales industrias, los asimétricos políticos, el doblemoralista párroco, la fauna intelectual, muchas veces esnobista, otras voyerista, y algunos pobladores que viven circunstancias especiales. Quizá uno de ellos es el organillero y su perro Franz, con quien Hans entabla una interesante amistad: por las noches, en la casa-cueva del organillero, alrededor de una fogata y muy cerca del río Nulte, dialogan sobre la vida, la filosofía, los viajes y hasta se comen un toro verde; es decir un galán batracio.

Hans va quedando atrapado por Wandenburgo, pero, sobre todo, comienza a ser seducido por Sophie Gottieb, una comprometida muchacha, tímida, intelectual, pero encantadora, con quien inicia un romance decimonónico.

Sophie y su padre realizan una tertulia semanal. Discuten con los invitados sobre historia, política, literatura, religión, y cada viernes intercambian conoci-mientos, atendidos por la servidumbre y haciendo pausas para degustar apetitosos bocadillos. Por circunstancias especiales Hans comienza a formar parte de la tertulia. A través de sus conocimientos, consigue cautivar a Sophie, pero también a inquietar a su prometido, quien, de paso, es de las familias casi-dueñas de Wandenburgo.

Como ya casi vamos respondiendo a las preguntas del inicio, diré que la novela ofrece un agradable y relajante viaje a través de la filosofía, la historia, la música, la literatura y el amor.

Es una novela muy europea, pero a la vez recapeada con el toque latinoamericano. No me refiero exactamente al realismo mágico de Gabriel García Márquez y compañía, ni al macondonismo de Alberto Fuguet y Rodrigo Fresán; tampoco al genial borborigmo de Roberto Bolaño. Es, a mi juicio, una literatura muy del inicio del siglo XXI, con ingredientes del romanticismo en un pueblo desterritorializado, protagonizada por personajes posmodernos. Una buena muestra de narrativa que va más allá de los premios.

El viajero del siglo, tal como lo indica la editorial, propone un ambicioso experimento literario: leer el siglo XIX con la mirada del XXI. Un diálogo entre la gran novela clásica y las narrativas de vanguardia. Un puente entre la historia y los debates de nuestro presente global: la extranjería, el multiculturalismo y los nacionalismos, la emancipación de la mujer.

Andrés Neuman despliega un mosaico cultural al servicio de un intenso argumento, pleno de intrigas, humor y personajes emocionantes, con un estilo rompedor que ofrece a estas cuestiones un sorprendente cauce. Si bien la obra de Neuman empieza de la forma más sencilla posible, su desenlace no va a resultar tan agradable.

ANDRÉS NEUMAN. EL VIAJERO DEL SIGLO. PREMIO ALFAGUARA DE NOVELA 2009.531 PÁGINAS

T. Francisco Alejandro Méndez. franciscoalejandro.mendez@gmail.com
I. Alejandro Azurdia. aazurdia@sigloxxi.com

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