Raúl Molina | Académico
Jaime Barrios escribe acerca del trabajo que en Estados Unidos realiza este catedrático universitario, político y activista por los emigrantes.
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Raúl Molina Mejía fue catedrático de la Universidad de San Carlos y candidato a alcalde de la ciudad de Guatemala. En Estados Unidos es cofundador de Red por la paz y desarrollo de Guatemala (RPDG), organización que trabaja por los guatemaltecos migrantes y también por el desarrollo de Guatemala.
Molina es ingeniero graduado de la Universidad de San Carlos (Usac) y fue decano en esa casa de estudios en la Facultad de Ingeniería, de 1976 a 1980. Fue rector en funciones de la Usac, en 1980 y cofundador y coordinador de la Representación Unitaria de la Oposición Guatemalteca (RUOG), durante el conflicto armado interno de Guatemala.
“La primera vez que salí de Guatemala, en septiembre de 1980, fue para salvar la vida”, recuerda el activista. “Luego del asesinato de Oliverio Castañeda, presidente de la Asociación de Estudiantes Universitarios, el 20 de octubre de 1978, y de la posterior desaparición forzada de su sucesor, la Usac, en la que me desempeñaba como decano de la Facultad de Ingeniería, fue sometida al más brutal ataque por parte del Estado guatemalteco, como no se dio en ninguna otra universidad latinoamericana durante las Guerras sucias. Para el día en que dejé de ser rector en funciones, a finales de julio del 80, centenares de universitarios habían sido asesinados o desaparecidos”.
La actividad política y social no frenó su carrera académica y actualmente Raúl es profesor de la división de Ciencias Sociales de Long Island University, en Nueva York.
Molina colabora eventualmente escribiendo artículos en el vespertino La Hora. Su nexo con Guatemala ha sido constante a pesar de la larga permanencia en el extranjero. Sobre todo, ha tenido un compromiso abierto con los emigrantes guatemaltecos que han llegado a Estados Unidos. Él participa activamente en el debate al respecto, y a través de la RPDG, en campañas concretas que buscan soluciones definitivas para quienes carecen de documentos legales.
“Para mí, el flujo migratorio guatemalteco, que se hizo significativo a partir de 1998, es producto del subdesarrollo nacional y del incumplimiento de los Acuerdos de Paz, lo cual nos convirtió en un país expulsor de recursos humanos; y también, el flujo es producto del poderoso imán de una economía estadounidense que necesitaba de mano de obra sumamente barata, por ello indocumentada, para hacer crecer su capital, tanto el productivo como el especulativo”.
“No tuve que pasar por las vicisitudes de nuestros hermanos mojados”, dice, “sino por la burocracia estadounidense primero, y luego, por la actitud poco receptiva de Estados Unidos después de los ataques del 11 de septiembre”.
Este académico se ve a sí mismo como residente en ese país, un residente que genera ingresos para atender las necesidades de su familia. Molina trabaja tanto en Estados Unidos como en Canadá, en la docencia universitaria, y como traductor para la ONU y, ocasionalmente, realiza consultorías.
“Para los que estamos afuera”, cuenta, “Guatemala sigue muy adentro de nuestras mentes y de nuestros corazones. El sueño sigue siendo que buscamos un cambio para nuestro país, y no el de asimilarnos a los Estados Unidos. Para mí, el sueño americano es la gran alianza de los países latinoamericanos por convertir a nuestra región en un modelo de desarrollo humano, social y económico”.
T: Jaime Barrios Carrillo. jbarrios@sigloxxi.com F: Archivo, Siglo 21.
domingo, 1 de noviembre de 2009
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