domingo, 11 de octubre de 2009

Menú del día, ¡insectos!

Jack Schuster* Bichología
En las próximas semanas el doctor Jack Schuster se concentrará en sus investigaciones científicas, las cuales lo llevan a México.

El autor de Bichología se excusa con sus lectores, a quienes promete volver en cuanto le sea posible.

Mientras dure su ausencia, Magacín destinará su espacio para hablar de los sitios que en Internet se dedican al fascinante mundo de los insectos.
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“¿Una fuente de termitas tostadas, crujientes galletas de orugas, moscas fritas a la francesa?”. Así empieza una nota publicada en el sitio argentino axxon.com.

La nota que capta nuestro interés trata sobre la entomofagia, o costumbre de comer insectos. El texto indica que para el mundo occidental resulta repulsiva la idea de un festín compuesto por orugas o termitas.

No obstante, señala que, sin saberlo, comemos insectos, y cita un trabajo de la FDA (Dirección de Alimentos y Medicinas en Estados Unidos) que concluyó que puede haber hasta 20 huevos de la mosca drosófila en un vaso de jugo de tomate, 75 trozos de insectos en 55 mililitros de chocolate caliente y hasta 60 pulgones, tisanópte-ros o ácaros en una porción de brócoli congelado.

“Resulta imposible eliminar todos los insectos de los alimentos —afirma el entomólogo Edgar Raffensperger, de la Universidad de Cornell—, pero no representan ningún peligro para la salud”, se lee en la publicación.

Asimismo se señala que mientras la mayoría de los occidentales rechaza llevarse a la boca un gusano tostado, no lo medita dos veces cuanto deciden devorar un hotdog que posiblemente incluye entre sus ingredientes escroto, cerebro, labios, ojos, hocico, cola y tripas de vaca o cerdo.

Pero esos famosos panes callejeros no son un ejemplo extremo, pues una langosta de mar, considerada una exquisitez en todo el mundo, es un feo artrópodo de aspecto insectoide lleno de patas, pinzas y antenas.

Los moluscos, entre ellos los de tierra, se comen con gran placer en mesas distinguidas, y sin embargo antes de cocinarlos son animales gelatinosos, llenos de baba y por lo general de aspecto blando, humoroso y desagradable. Lo mismo puede pasar si se observa un pulpo antes de cocinarlo”.

Nuestra aversión a ciertos alimentos es determinada por costumbres y hábitos —afirma Raffensperger—. Muchos insectos son deliciosos y contienen más proteínas, calorías y gra-sa que la cantidad equivalente de carne de vaca”.

El contenido en proteínas y calorías de la harina y otros alimentos preparados podría aumentarse al doble mediante el agregado de insectos, sin sufrir cambio alguno de sabor ni apariencia.

Pero lo que en Occidente es una plaga, en otras latitudes puede considerarse un manjar. Las termitas tostadas, por ejemplo, representan un plato codiciado por muchos africanos; las chinches de agua gigantes al vapor son estimadas en Laos, al igual que las chinches tostadas de la madera, en México.

En Brasil, las hormigas son servidas en una salsa, y con curry, en Tailandia, mientras en Indonesia los grillos se sazonan y se ponen al vapor envueltos en hojas de plátano.

En Argentina, los guaraníes suelen ampliar su dieta con unos riquísimos y gordos gusanos blancos de palmera (larvas de escarabajos) que se preparan fritos.

Alrededor del mundo con frecuencia se consumen insectos como las abejas, las orugas, las cigarras, las moscas, los gusanos, los piojos e incluso los gusanos de seda.

En Guatemala, aunque cada vez más escasos, se acostumbra comer los llamados zompopos de mayo. ¿Se le despertó el apetito? Si es así visite este link, pues hay un par de recetas que quizá le interesen. El ingrediente principal es larva de escarabajo.

*El doctor Jack Schuster es director del Laboratorio de Entomología Sistemática de la Universidad del Valle de Guatemala.

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