domingo, 20 de septiembre de 2009
Las arias de Altamira
Jorge Sierra describe este reciente disco del bel canto editado en Guatemala, a una voz acariciada por una orquesta.
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Las arias son canciones solas acompañadas de orquesta, que por lo regular pertenecen a una ópera u oratorio, interpretadas en tono relajado. Como en efecto nos lo ofrece Cristina Altamira, en compañía de la orquesta Millennium, dirigida por su esposo, el doctor Dieter Lehnhoff, en el disco Arias favoritas, que recién se publica con el apoyo de Unesco y la Universidad Rafael Landívar.
Dos años después de grabar Joyas del barroco en Guatemala, Altamira y Lehnhoff se dan a la tarea, y con ciertos parámetros modernos, de seleccionar esta vez 15 arias pertenecientes a distintos períodos de la música (renacimiento, barroco, clásico y romántico), incluyendo música de espíritu religioso, grabadas con un sonido más que aceptable.
El álbum acierta a abrir con Caro mio ben (Mi bien amado), original del tenor Tommaso Giordano. Una canción romántica y triste, delineada por una melodía que atrapa por su sencillez y elegancia. Y así le continúan, la preciosista Lascia ch’io pianga (Déjame llorar) de Haendel, extraída de la ópera Rinaldo; la conmovedora Che faró senza Euridice? (¿Qué haré sin Euridice?) de Gluck, contenida en la ópera Orfeo ed Eurídice. Le sigue Ombra mai fu (Sombra me das), también de Haendel, de la ópera Xerxes. De esta última, según se apunta en el disco: “Es un canto al árbol y un verdadero himno a las bondades que le ofrece a la vida humana”. Aunque, a decir verdad, el texto se conforma de dos líneas que se repiten tres.
En el renglón religioso se cita a Mozart y su Ave verum corpus; a César Franck y su Panis angelicus; a Schubert con la archiconocida Ave María; a Bach con las canciones Jesús, dulce alegría (aquí acompañada de órgano), Jesé, meine fraude, Bendito el hombre y Ave María, esta última coescrita por Charles Gounod.
Hasta aquí su voz se arropa de sonidos de cuerdas. El remate final con tres piezas retoma el tema amoroso pero acompañada de laúd o clavecín, como Shall I Come Sweet Love, de Thomas Campion; When to Her Lute Corrina Sings, y Come Away, de John Dowland, por cierto, compositor inglés de la Corte real al despuntar el siglo XVII.
Altamira, alejada del gremio operático del país, se ha abierto paso con eventuales grabaciones y conciertos, en casi todas las veces en complicidad con Lehnhoff. Es decir, se le aprecia pero a cuentagotas. Su voz de mezzosoprano, de corto vibrato, proclive a la música barroca, adquiere esta vez luz de una manera radiante y sensible, aunque la sabe acallar lo necesario para hacerla viajar entre los versos. Para ello interioriza los pasajes, sean estos en italiano, inglés, español o alemán, a los que les dota de hondura. Es dable apuntar esa lírica efusiva que combina con una generosa y suave entrega. Así también, su ya maduro timbre de bonito color, lo hace desplazar con habilidad en los tonos medios.
El trabajo instrumental aquí tiene la ventaja de que le acompaña en su propio tempo, como mimándola. Se siente a gusto. Se agradece que la grabación muestre cómo la voz se mezcla con los instrumentos. Así, ambos construyen historias musicales cortas que cautivan y emocionan. En otras palabras, el sonido orquestal se pone al servicio de la voz. Una voz que aquí se puede escuchar una y otra vez, sin cansancio.
Como algo curioso, Lehnhoff incursiona aquí en la interpretación de todas las cuerdas, apoyado de sintetizadores y samplers. Pero el oyente medio no lo notará, porque fue hecho profesionalmente.
T. Jorge Sierra. jorosierra@hotmail.com
EL ÁLBUM ARIAS FAVORITAS DE CRISTINA ALTAMIRA, ACOMPAÑADA POR LA ORQUESTA MILLENNIUM, FUE EDITADO UNESCO-URL. SERÁ PRESENTADO EL MIÉRCOLES 23 A LAS 8 P.M. EN EL TEATRO DICK SMITH DEL IGA, RUTA 1 4-05, ZONA 4. ADMISIÓN: Q75.
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1 comentarios:
Una reseña muy informativa y excelentemente hecha. Gracias por contarnos de esta novedad guatemalteca. Sigan adelante
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