domingo, 6 de septiembre de 2009

Javier García va tras la esencia del funk




Este saxofonista, reporta Fidel Celada, se apartará de la variada escena de un músico freelance para dedicarse a lo suyo: un pop funk con el cual planea seducir al gran público.
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Hace 9 meses Javier García decidió darse una oportunidad. Tras más de una década de ejercer en el medio musical como un saxofonista freelance (ha tocado para gigantes del jazz fusion mundial, como el baterista Dave Weckl; leyendas de la balada, como Franco De Vita, y sensaciones pop locales, como Carlos Peña), este músico de 29 años ha resuelto echar a andar un proyecto musical propio. En compañía de su banda, Lo que pasa, se encuentra a pocos meses de lanzar un disco y un espectáculo que llevará la médula del funk —ese estilo rebelde, nacido de la mezcla del soul, del jazz y del rhythm & blues— a las masas a través del pop. “Será todo un show para que la gente baile; me alejaré del jazz para cultivar el funk en su esencia. En este momento estoy consolidándome como un artista, definiendo un proyecto de manera específica, creándole una imagen”, confiesa, como tratando de ver en retrospectiva el proceso de incubación en el que aún se encuentra envuelto, y que eclosionará el próximo verano.

Mientras trabajan en esta nueva propuesta, Javier y Lo que pasa se presentarán este jueves en el Festival de Música organizado por el Instituto Guatemalteco Americano (IGA) y otros centros binacionales. “En este concierto tocaremos funk y jazz; el show está hecho para que la gente vaya a sentarse a escuchar buena música”, explica. El repertorio de la función incluye composiciones del saxofonista Maceo Parker (quien tocó durante años para James Brown y los Parliament-Funkadelic, de George Clinton, antes de volverse solista); de la banda Incognito, emblema del acid jazz británico, y de los estadounidenses The Rippingtons (con quienes García tuvo contacto en 2003, a raíz de su rol como productor del Antigua Jazz Festival), entre muchos otros.

Freelance blues
Javier habla con una voz suave, pausada pero fluida, que conserva un aire de la soltura virtuosa con la cual ejecuta el saxo. Cuando uno lo escucha tocar muy de cerca, el sonido mecánico de las llaves presionadas con destreza por sus dedos se desvanece en una suave mímica, al tiempo que por la boca del instrumento sale música a borbotones; y ésta puede ser elegante, alegre, pícara, sensual, romántica, nostálgica, triste. En manos de un maestro cualquier emoción se transmite por este instrumento; por eso llamó la atención de Javier a los 17 años, cuando lo escuchó por primera vez en un cumpleaños celebrado en su casa, y por eso quiso aprender a tocarlo. “Encontré en el saxofón un instrumento muy versátil, que te facilita más expresar lo que sentís en un momento dado... porque el sonido viene de tu aire, de tu respiración, de los latidos de tu corazón... de alguna manera eso se refleja en la música que produce. Además, uno puede llevarlo a cualquier lado”.

Alejarse de la variedad de proyectos musicales a los que aún es invitado fue difícil para Javier. “Participar como saxofonista con orquestas de todo tipo de música, con diferentes artistas, nacionales o internacionales, ha sido una gran escuela y una gran experiencia. No fue fácil tomar la decisión de dejar todo esto, básicamente por dos razones: uno tiene una mentalidad forjada durante años de cumplir con múltiples compromisos, y también está el tema económico. Yo vivo de la música, y como en cualquier nueva empresa uno tiene que invertir, y al principio cuesta”. Paralelo a su labor como músico, Javier dirige una empresa, El Lunar Producciones, dedicada a proveer audio, video y apoyo logístico en el ámbito corporativo. También representa a grupos de artistas y organiza eventos musicales; el más reciente, el año pasado, fue un concierto del compositor y cantante mexicano Aleks Syntek. “En 2009 nos hemos dedicado a cosas pequeñas en el área corporativa, porque quiero concentrar mis fuerzas en mi proyecto con Lo que pasa”.

Funk para las masas
“Hay una voz dentro de uno que dice: ‘Quiero hacer algo mío’ —continúa Javier—. La música me apasiona y si uno hace algo propio con pasión los resultados van a ser satisfactorios”. Para lograr su cometido se rodeó de talentosos músicos —Germán Giordano (guitarra), Armando Trujillo (trompeta), Alvin Díaz (batería), Josué Melgar (bajo), Gerson Hernández (teclados)— y formó Lo que pasa. “Primero somos grandes amigos y luego somos músicos que hemos logrado una química muy buena; estoy muy contento. Ensayamos todas las semanas, por necesidad y por deseo, haya o no haya evento, y para mí eso es vital. Hemos tenido esa disciplina y los resultados se han visto”.

“Comenzamos a tocar puramente jazz, pero de repente empecé a estudiar el mercado, a ver cómo estaba musicalmente, qué opciones se presentaban y entonces optamos por crear un repertorio de funk”. ¿Por qué este estilo? Es el predilecto de Javier, pero también puede ser viable comercialmente. “Hemos estudiado el asunto; incluso hicimos un focus group, y los resultados nos agradaron. El funk no colisiona con brechas generacionales; le agrada tanto al adulto como al joven, y esa mezcla es la que estamos buscando en nuestras composiciones. Por supuesto, queremos crecer con una generación que nos acompañe, pero estoy seguro de que al adulto le va a encantar”.

Y no se trata de un revival retro del funk de los 60 y 70, explica el músico. Nada de pantalones acampanados, zapatos de plataforma y peinados afro. “No queremos dar esa imagen; nuestro repertorio incluye un estilo, una música muy intensa que es a la vez alegre. En un concierto nuestro nadie se va a dormir, pues si bien tocamos un par de baladas, tratamos de que sea una música muy dinámica, con mucha interacción entre los elementos musicales que existen en la banda. Un funk intenso, contemporáneo. Eso es lo que vamos a tocar”. Como referencia, Javier menciona a la banda venezolana Los Amigos Invisibles. “Ellos le meten un poco de funk a su música; yo quiero hacer más o menos eso, pero con una versión más moderna de este estilo”.

En el disco en ciernes, adelanta el saxofonista, sólo hay 2 ó 3 piezas instrumentales; el resto son canciones. “Es complejo, porque yo quiero que este proyecto gire en torno al saxo, pero normalmente es el cantante el que acapara la atención. Por ello en el disco estoy invitando a muchos cantantes, y en las presentaciones en vivo tendremos dos voces, la de un hombre y la de una mujer, colocados de tal manera que se entienda que el saxofón está generando todas las ideas musicales. Además, yo también estoy haciendo coros y estoy animándome a cantar un par de canciones. Sé que es algo inusual para el público de aquí, pero esa debilidad puede ser mi fortaleza: no hay en el mercado otra opción similar, un saxofonista que pueda hacer esto”. La producción cuenta con el respaldo de Miguel Ángel Villagrán, productor musical de artistas como Ricardo Arjona y Armando Manzanero. Málin, como se le conoce entre los músicos, es guitarrista, compositor e intérprete de gospel, la vertiente musical en la que Javier se fogueó al inicio de su carrera. “Él es un gran amigo a quien le gustó mi propuesta”, cuenta.

Javier sigue preparándose para incursionar ante el gran público, un reto arduo, ciertamente impredecible. Pero su empeño es constante y sus herramientas cuidadosamente escogidas. Una de ellas, su nuevo saxofón, está lista para ser estrenada formalmente esta semana. “Es un saxo Dave Guardala; la serie se llama New York U.S.A., pero es un saxofón alemán. Es profesional, mi adquisición más reciente... Estos son detalles que la gente a veces no se imagina, pero cada saxofón es diferente; cada uno tiene su toque, y tenés que acomodarte a él, sonarlo para que dé de sí”.


JAVIER GARCÍA & LO QUE PASA SE PRESENTA EL JUEVES 10 DE SEPTIEMBRE, A LAS 8 P.M. EN EL TEATRO DICK SMITH DEL IGA. ADMISIÓN: Q50 Y Q25.

LA DIFERENCIA
Javier García sostiene que tocar con numerosos artistas, cultivadores de una gran cantidad de géneros musicales en distintos países, ha sido una bendición. “De todos ellos he aprendido mucho”, asegura. Pero, ¿cuál es la diferencia entre unos y otros? Le pongo un ejemplo concreto: Dave Weckl versus Carlos Peña. Esta es su respuesta:

“Dave Weckl, Ed Calle, toda esta gente, son músicos de primer orden; están en el Top 5, mundialmente hablando. Tocar con ellos es un regalo. Cuando lo hago no me siento como de menos, sino al contrario, me motiva, me alegra; siento un nivel de responsabilidad que me lleva a ensayar, a dar más y más. ¡Tocar con ellos es increíble! Cómo dialogan con su instrumento cuando vos tocás… es un grado de musicalidad enorme. Me encantó haber participado con ellos; aprendí muchísimo para seguir estudiando.
En el caso de Carlos (Peña) tuve la oportunidad de ser parte de la dirección de la banda, del proyecto. Toqué en los shows de Diamante, cuando vino una banda argentina, y más adelante, con una de músicos guatemaltecos, viajamos a El Salvador, Nicaragua y Panamá. Eso fue otra cosa, de pronto crear un espectáculo, escuchar al artista; en este caso él era la estrella, y uno debe saber escuchar y plasmar las ideas que él quiere en su show.
Por un lado disfrutás, aprendés; por otro debés tener la capacidad de crear, de plasmar esas ideas. Y en los escenarios, por supuesto, los ambientes son completamente distintos”.


EN POCAS PALABRAS
Si toca, no patee
Javier casi es futbolista. Estudiaba en el colegio Viena, en los básicos, cuando surgió la oportunidad de integrarse a un proyecto profesional de futbol. Una fuerte lesión lo impidió. “Pero aún lo practico, ya sólo por hobbie; a mis amigos no les gusta: hace dos meses me golpeé el brazo izquierdo; tuve una dislexión en el codo y me tuvieron que poner un canal de yeso, estuve 15 días en reposo y tuve que ir a fisioterapia. A raíz de eso le bajé un poco las revoluciones al futbol, pero todavía me escapo… ya no a campeonatos formales, pero sí a las famosas chamuscas”

La escena gospel
“Siempre he creído que la iglesia evangélica, a la que asisto, ha sido parte fundamental en el desarrollo de músicos. Lo que hacen lo hacen muy bien. Hay una inversión muy fuerte en instrumentos y equipo, y un grado de motivación y compromiso muy elevado: hay constancia. Eso te va formando como músico. Aunque indudablemente hay gente talentosa en el medio secular”.

Piano y armonía
“El jazz está muy ligado a la improvisación, por lo que hay que saber por qué camino hay que conducir. Y ese camino se llama armonía. Yo estudio piano para aprender armonía. Es vital que todo músico conozca los tres elementos esenciales de la músi-ca: el ritmo, la melodía y la armonía”.

EN LA RED
www.javier-g.com
ellunarproducciones@yahoo.com

T: Fidel Celada Alejos. fcelada@sigloxxi.com
F: Cecilia Cobar. ccobar@sigloxxi.com

1 comentarios:

Anónimo dijo...

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