domingo, 5 de julio de 2009

El defensor de imposibles

Lester Godínez
Los rincones poco explorados del Palacio Nacional de la Cultura seducen a Wendy García Ortiz, tanto como el compromiso de Lester Godínez con la marimba y el jazz.
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El Palacio Nacional de la Cultura guarda grandes secretos en rincones apartados de la vista pública. Más allá de la oscuridad de su pasado, ahora, descubrir sus grandes salones es toda una aventura.

Uno de ellos alberga a la Marimba de la Presidencia. La descubrí hace poco, el día que el músico guatemalteco Lester Godínez me citó para entrevistarlo.

Godínez es director de la citada marimba. Como él trabaja para el Ministerio de Cultura me recibió en uno de los salones del Palacio Nacional. “Nadie imagina que dentro de estas verdes paredes se esconden algunos tesoros”, pensé, mientras observaba la habitación. Al aproximarme a la ventana tuve la impresión de que bastaba sacar la mano para tomar entre mis dedos la quinta calle.

Rodeados de madera de hormigo e interrumpidos por alguno que otro bocinazo, el maestro Lester y yo nos sentamos a conversar. Esta, más que una entrevista, es una interesante conversación. Eso sí, bastante seria, porque todo lo que gira alrededor de este músico es serio. No por falta de sonrisas y diversión, sino por el compromiso que impregna siempre a sus acciones.

¿Qué tan comprometido está Godínez? La respuesta se encuentra en la música. En la marimba y en el jazz, para ser específicos. Y una muestra de ese compromiso podrá ser apreciada el próximo jueves, en el concierto Big Band Blast que el maestro Lester conducirá en el auditorio Juan Bautista Gutiérrez (lea Transpórtese en el tren del jazz).

Las dos pasiones del músico
A Lester Godínez se le asocia inmediatamente con la marimba, o mejor dicho, con la revaloración de la marimba. Fue él quien en la década de los setenta creó el concepto de “marimba de concierto”. Pretendía y lo logró, sacar este instrumento del estereotipo folclórico y llevarlo a la categoría de música de sala.

Tan grande era su afán por modificar el concepto que pesaba sobre el instrumento, que en 2004 llevó una propuesta de ley al Congreso de la República para crear el Instituto de la Marimba. Dirigió su iniciativa a esa instancia porque quería garantizar la asignación de recursos para dicho centro de estudios y asegurar así su supervivencia.

El cambio de Gobierno dejó en pausa su sueño, mas no sus ilusiones. “Esperamos que próximamente sea una realidad, porque es una necesidad en Guatemala”, me dice.
Y por si esto fuera poco, una década después de abrirle paso a la marimba de concierto se lanza con el mismo compromiso a defender su otra pasión: el jazz.

En 1980 fundó la primera Big Band de Guatemala, con pretensiones similares. “Es cierto, el jazz surgió en Estados Unidos, pero ya es un patrimonio mundial. Así como hay orquestas sinfónicas nacionales, deberia existir una big band”, confiesa.

La Jazz Train Big Band se ha desarrollado en el ámbito privado hasta el momento, porque no ha podido contar con el debido apoyo estatal. “Yo hice esfuerzos para que desde el Ministerio de Cultura se apoyara la realización de un festival de jazz este año, pero hubo recortes presupuestarios y ya no se pudo contar con él”, cuenta.

Según lo que tenía planeado, dicho festival abriría las puertas a más de 20 grupos de músicos guatemaltecos. Todos interpretarían piezas de jazz propias o clásicas.

“Hace falta institucionalizar el jazz”, me explica. “Es extranjero, pero motiva a que los músicos produzcan, que hagan sus composiciones y arreglos, con el apoyo del Estado”, dice, convencido de continuar impulsando el próximo año el frustrado festival.

Al hacer números no puedo dejar de sorprenderme. Cada grupo de músicos estaría integrado por al menos cinco personas. Eso hace un total de 100 guatemaltecos. ¿Dónde están escondidos?
“Pues la inquietud y perseverancia los lleva a forzar la apertura de espacios. Lamentablemente, en bares y restaurantes, donde se sacrifica lo artístico por lo comercial”, me responde Lester.

Y sólo entonces lo entiendo: esa inquietud y perseverancia que caracterizan a un músico, es lo que ha permitido que personas como él no se den por vencidas.

Por eso, el maestro resalta que en Guatemala no existe una escuela de jazz. Los músicos que han destacado en este ámbito se han formado con sus propios recursos, y la mayoría son egresados de la Orquesta Sinfónica Nacional o de la Banda Marcial. Sin embargo, aplaude la opción que la Universidad del Valle abrió recientemente en su departamento de música: un curso de jazz.

“La Jazz Train es una institución musical que promueve el jazz, pero que además da la oportunidad a los artistas guatemaltecos para que cultiven esta corriente musical”, asegura.
Según me reveló, desde finales de los años 70 lo invadían las ganas por conformar una big band. Así conoció la conformada por el músico Humberto Sandoval, en la que Lester participó como invitado. Esa iniciativa no duró mucho tiempo.

Para ese entonces, por su propia cuenta, había empezado a adquirir música en el extranjero (partituras y arreglos). Sin embargo, su interés por revalorar la marimba lo mantuvo ocupado durante algunos años, hasta que en 1980 pudo reunir a algunos músicos guatemaltecos para trabajar en el jazz rock, swing y jazz latino. Pero no fue sino hasta en 1997 cuando se presentaron por primera vez como la Jazz Train Big Band, durante la inauguración de un congreso de odontología.

A partir de entonces, se han presentado en varios festivales nacionales como Mosaico Cultural; Bravissimo, de la Universidad Francisco Marroquín, y en el Hotel Quinta Real. También han participado en festivales internacionales y han sido reconocidos en algunas ciudades mexicanas (Chiapas y San Cristóbal Las Casas).

De la misma manera que el maestro Godínez ha trabajado con la marimba, busca sacar a la big band del estereotipo que la encasilla en fiestas y eventos, para darle un valor cultural, sin intereses comerciales.

En ambas corrientes musicales, la marimba y el jazz, Lester defiende la creación de espacios y busca que el Estado guatemalteco les dé el valor que merecen y, por ende, el apoyo del que ha carecido por años.

Él es uno de tantos guatemaltecos, defensores de imposibles, que a fuerza de esperanzas y perseverancia va cambiando la realidad para las futuras generaciones.

TRANSPÓRTESE EN EL TREN DEL JAZZ
El próximo 9 de julio, a las 7:30 p.m., la Jazz Train Big Band participará en el Festival Bravissimo que organiza la Universidad Francisco Marroquín. Se presentará en el concierto Big Band Blast, en el auditorio Juan Bautista Gutiérrez, de dicha casa de estudios (6a. calle final, zona 10).

El repertorio se nutre de piezas como Ya Gotta Try… Harder, de Sammy Nestico; Sweet Georgia Brown, de Maceo Pinkard; Two O’clock Jump, de Count Basie; Minnie The Moocher, de Calloway/Mills/Ridenour, y Rhapsody in Blue, de George Gershwin, entre otras.
Big Band Blast contará con el talento de los músicos guatemaltecos Germán Giordano, Fernando Martín, Arturo Xicay, Bob Porter y Rolando Jechu Gudiel. Junto a ellos figuran tres músicos estadounidenses, como invitados especiales: Rich Ridenour (piano), Brandon Ridenour (trompeta) y Kathy Wagner (vocal).

MÁS QUE MAMBO
Una gran mayoría de personas asocia la música de una big band únicamente con el mambo de Pérez Prado. Obviamente, el concepto va mucho más allá de eso.

Según Lester, una big band es “el máximo concepto instrumental del jazz”, ya que está conformada por 5 saxofones, 4 trompetas, 4 trombones y su base rítmica es el piano, acompañado del bajo, batería y guitarra eléctrica. De la misma manera que en la música clásica existen orquestas sinfónicas, en el jazz (que puede usar solamente piano, bajo y batería) está la big band.

Esta corriente musical es característica de las primeras etapas de la historia del jazz. Debido a esto, el nombre proviene de big band music. Originalmente, se identifica con el swing, pero luego, durante los años 40 y 50, obtuvo el aporte de la integración de músicos cubanos a sus filas.
A partir de entonces surgen de este esquema varios estilos, como el latin jazz, west coast jazz, fusión, free jazz, post swing y hard bop, entre otros.

T. Wendy García. wngarciao@gmail.com
F. Cecilia Cobar. ccobar@sigloxxi.com

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