domingo, 7 de junio de 2009

Retratista de la condición humana

Jaime Pemuth | Fotógrafo

Regresar a Guatemala es un complemento perfecto para la vida neoyorquina de este fotógrafo, reporta Jaime Barrios Carrillo.
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Jaime Pemuth es un fotógrafo guatemalteco que se ha asentado en Estados Unidos, donde reside desde 1991.

Nos dice: “Me quedé en Nueva York porque me enamoré de la ciudad a primera vista y porque no conozco ningún lugar que se le compare para hacer vida de artista. La obsesión con la fotografía ya la traía en los genes, pero aquí me formé profesionalmente. Mi obra se ha expuesto en la mayoría de museos importantes de la ciudad. También he sido catédratico en varias de las universidades regionales”.

Después de terminar la secundaria en Guatemala recibió una beca para estudiar en la Universidad de Jerusalén. Durante su tiempo en Israel continuó la exploración de la fotografía que había iniciado en Guatemala en su adolescencia, siguiendo una tradición de familia. Alentado por una serie de exitosas exposiciones en Jerusalén, decidió dedicarse a la fotografía a tiempo completo y se trasladó a Nueva York, donde ha expuesto en las mejores galerías, ha enseñado en centros universitarios y ha recibido premios y nominaciones.

“Jerusalén y Nueva York son ciudades disímiles, salvo por una particularidad: en ambas se vive apasionadamente. Jerusalén arde con una luz espiritual que parece acrecentarse cada vez más con el pasar de los siglos. En Nueva York la búsqueda material arrasa con todos y con todo”, nos advierte este fotógrafo de la condición humana, que ha reelaborado estéticamente sus experiencias vitales.

En una publicación se le define como un artista ubicado “entre la desilusión y la nostalgia, evocando el país mismo como influencia determinante en la cosmología individual y las relaciones de familia”.

De su vida cotidiana afirma que vive “en un vecindario de Brooklyn dividido por un gran bulevar. A un costado, la población es afroamericana y caribeña. Del otro, judía ortodoxa. Son como el agua y el aceite. Los fines de semana me recuerdan mucho a Jerusalén. El viernes por la tarde el aullido penetrante de una sirena anuncia la llegada del Shabbat; los ortodoxos y sus familias se apresuran a regresar a casa y preparar la plegaria y cena ritual. El sábado transcurre entre conversaciones talmúdicas de esquina, rezos en las sinagogas del vecindario y paseos familiares.

Los domingos, la escena cambia. Las familias caribeñas se visten de gala camino a iglesias bautistas: mujeres haitianas con pañuelos y vestidos regionales acompañadas de maridos que lucen trajes en colores obscuros y sobrios. Por otra parte, entre las familias afroamericanas la moda sacra es mucho más urbana: las mujeres prefieren ir de falda y saco, calzadas con tacón alto y coronadas con sombreros exóticos. Los hombres van de traje pero en colores fuertes y telas satinadas”.

Pero el espíritu cosmopolita de la Gran Manzana que es Nueva York no le borró sus raíces guatemaltecas. Buena parte de su obra ha partido de recuerdos y visiones de un país que no termina nunca de aparecerse en sus sueños. “En 2002, luego de una ausencia de más de diez años, comencé a regresar a Guatemala. Hoy en día regreso cada seis meses. El país, mi familia, mis colegas chapines y las amistades me parecen el mejor antídoto y complemento a mi vida neoyorquina”.

www.jaimepermuth.net

T: Jaime Barrios Carrillo. jbarrios@sigloxxi.com F: Archivo, Siglo 21.

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