domingo, 17 de mayo de 2009

Lleva el caos a las galerías

Alejandro Paz





El artista se entrega al concepto y a la calle; Fidel Celada descubre que de ahí parten sus ideas, que ahora, en contubernio con la Arquitectura, invaden las salas de exposiciones.
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“Ésta te la puedo esquechar”, dice Alejandro Paz, el arquitecto y artista conceptual que intervendrá durante las próximas dos semanas la galería Carlos Woods Arte Anti-guo y Contemporáneo.

Alejandro sale del salón de sesiones de su estudio de Arquitectura en busca de un lápiz y un block de hojas en blanco; quiere que me haga una idea de cómo lucía Parábola, la obra con la cual intervino el Palacio de Exposiciones de La Habana en 2006, durante la famosa Bienal de arte de la ciudad caribeña.

Sus trazos sobre el papel son firmes y van formándose mientras habla de lo que dibuja. “El Palacio de Exposiciones es una construcción de la era soviética, fría, fea, cuadra-da, de unos seis metros de alto. Lo que hice fue modificar su octagonalidad; hice que lo cuadrado se volviera algo curvo por medio de un paraboloide hiperbólico”.

El término arquitectónico lo explica enseguida mediante el bosquejo. “Tiré un tensor de metal de la base de una columna al capitel y en la siguiente hice lo mismo en el sentido inverso. Hice esto a lo largo de 5 columnas. Luego tejí un entramado sobre los cables con cinta amarilla de precaución que había llevado desde Guatemala. El resultado fue la transformación del espacio sombrío en uno amigable, por el cual la gente podía pasear sin sentir el agobio del concreto”.

Pero hay algo que hace falta para comprender por qué esta “intervención” es arte y no simplemente la travesura de un arquitecto. Y eso es, precisamente, el concepto: “Lo que se logró con la cinta amarilla en la obra fue exactamente lo contrario de su función normal: evitar el paso de la gente a las escenas de crímenes”. Es esta última parte lo que más entusiasma a Alejandro del arte conceptual: “En esencia me apasiona partir de una idea, y que como artista deba pensar en cómo expresarla y hacer que la gente la perciba”.

Callejeras e iconoclastas
La intervención de Paz en la Bienal habanera corresponde al período actual de su producción artística. Antes, confiesa, sus obras pecaban de un “conceptualismo muy rígido, en el cual negaba las artes tradicionales, como la pintura o la escultura”.

En Genocidio, una intervención realizada en octubre de 2000, procedió a cortar muñecas típicas de la misma forma en que habían sido mutiladas las víctimas del ge-nocidio guatemalteco. Luego las desparramó en el suelo frente a la Torre de Tribunales en el Centro Cívico. Para la acción Guardaespaldas contrató a un guarura para proteger a una persona durante un día. Esta persona resultó ser un mendigo.

“Uno se propone hacer algo, pero nunca se sabe qué va a pasar”, reconoce el artista. De la gente que vio Genocidio cosechó indiferencia, asombro, enojo: “Las mismas actitudes que la gente adopta cuando mira el pasado”. En Guardaespaldas no pasó nada; “fueron dos seres anónimos dentro de la ciudad; fue una obra casi invisible, porque al mendigo no lo voltean a ver... pero funcionaron bien para sí mismos”.

Alejandro no alertó al público sobre estas y otras obras realizadas hace algunos años. “Siento que anunciar: ‘Y ahora, con ustedes, la intervención de Fulano de Tal’, va en contra de la espontaneidad. Realizar intervenciones sin previo aviso es algo que me alejó de las galerías pero me acercó al mundo”. De ellas tenemos noticia gra-cias a la documentación realizada del momento efímero en que sucedieron. “No soy tan radical para oponerme a que se registren; a final de cuentas el arte es comunicación, y esa es la manera de trasladarlas al futuro”.

Algo más que tienen en común las primeras obras de Paz es que eran callejeras y de alguna forma iconoclastas. Esto él se lo atribuye a las condiciones en que surgió la generación de artistas conceptuales a la cual pertenece (lea Generación conceptual).

“No teníamos en dónde exponer, así que lo hacíamos en las calles. Yo me negaba a la galería, a partir del espacio en blanco en las cuatro paredes. También evadíamos la comercialización del arte, porque no había de otra, y teníamos presente la parte social… pensábamos que si vivimos en una sociedad convulsa, nuestro arte debía enfrentarse con eso; este es un rasgo que compartimos con el arte conceptual del resto de Latinoamérica.

Tensiones, líneas e hilos
En las obras actuales de Alejandro, en cambio, domina una tendencia a expresar sus ideas utilizando elementos de la Arquitectura, “un arte como cualquier otro”, que es además su profesión.

“Lo que hice en la Bienal de La Habana tiene que ver con Migración, que presenté el año pasado en la exposición Yo y el otro del Centro Cultural de España (CCE), y con lo que estoy haciendo con Ruido lineal en la galería de Carlos Woods. En ambas, parto de una idea que rompe con la galería, e incorporo la tendencia que he tenido, aun como arquitecto, de trabajar con tensiones, líneas e hilos”.

“Migración estaba relacionada con el relato que me hizo un emigrante; como arquitecto he tenido contacto con trabajadores de la construcción que han sido deportados de EE.UU. Él me contó su periplo desde Guatemala hasta Tucson: 153 mil kilómetros de sufrimiento, con una gran cantidad de escalas. Decidí graficar el viaje con una línea, a una escala de 1:1000, y con inflexiones de ángulo equivalentes a los grados de las escalas con respecto a Guatemala”.

El resultado fue una sala del CCE, pulcramente pintada de blanco, invadida por una maraña de líneas negras que transmiten el agobio y la angustia de un emigrante en 153 metros (además, el emigrante del relato, al enterarse del proyec-to de Alejandro, se ofreció a realizar el montaje de la obra). De esta forma, Alejandro trasladó el “afuera”, el mundo con todo su caos, al ordenado interior de una galería.

Algo similar ocurre en el work in progress que sucede en Carlos Woods Arte Antiguo y Contemporáneo desde el pasado jueves. “Se llama Ruido lineal, porque mediante un trazo tridimensional formado por una línea continua, se invadirá la galería, provocando un ruido visual que, espero, haga que se cuestione la propuesta de Carlos: que las antigüedades y el arte contemporáneo pueden coexistir en un mismo espacio. Es un poco del caos del mundo exterior, aportado por el arte conceptual, que entra a convivir con la propuesta de la galería. Siento que con esto no me alejo de mis orígenes como artista; después de todo, la palabra convivencia tiene muchas con-notaciones”.

GENERACIÓN CONCEPTUAL
De los albores del nuevo milenio data el Proyecto de Arte Independiente (pai), promovido por Luis González Palma, Diana de Solares y Darío Escobar, y otros más. “Ellos hicieron convocatorias, como las que se hacen ahora, y llegamos unos chavitos, veinteañeros en aquel entonces: María Adela Díaz, Regina José Galindo, Juan Pablo Ríos y yo, entre otros”. Así recuerda Alejandro Paz su acercamiento a una diáspora de artistas conceptuales de la cual forma parte. “Luego surgió Colloquia, y nos acercamos a Belia de Vico y Rosina Cazali”.

Aquellos años fueron de ebullición para una generación de artistas que se volcaron al arte conceptual, y provocaron revuelo en círculos intelectuales y periodísticos. ¿Recuerda a Regina José Galindo colgada del Arco de Correos leyendo poemas? ¿O la mancha negra de carbón debajo de las filas del Ejército, provocada por Aníbal López, un 30 de junio? “Ellos son artistas de carrera; yo he sido mucho menos prolífico”, observa Alejandro. Pero esto no es obstáculo para que siga por ahí, interviniendo espacios.

LA ARQUITECTURA ES UN ARTE
No le cabe la menor duda a Alejandro Paz: la Arquitectura es un arte, como la pintura o la escultura, o incluso el arte conceptual. Con este último no comulgaba mucho Tono Prado, el arquitecto bajo cuya tutela se formó. “A él le debo mucho de lo que sé sobre la profesión, pero era más proclive a las artes tradicionales”. Danny Schafer también influyó en el arquitecto, graduado de la UFM en 2004. “Recibí clases con él, porque reprobé diseño en la universidad. Él era alguien que te enseñaba a ver, más que a dibujar”.

De cada una de estas influencias, cuenta Alejandro, tomó lo más valioso —“la parte rígida de Tono y la parte libre de Schafer”— cuando se independizó y abrió su propio estudio arquitectónico. Con él trabajan 5 jóvenes arquitectos. “Entre ellos está Gabriel Rodríguez, quien pertenece, junto a Jorge Linares y Alberto Rodríguez, a una nueva generación de artistas conceptuales. Estoy seguro de que escucharemos hablar de ellos pronto”.Entre sus proyectos se encuentran los Café Barista, la tienda Jungla, casas, edificios y un hospital que se construirá en Coatepeque.

INTERVENCIÓN
RUIDO LINEAL, DE ALEJANDRO PAZ. TRABAJO EN PROCESO HASTA EL 28 DE MAYO. EN EXHIBICIÓN HASTA EL 6 DE JUNIO. CARLOS WOODS ARTE ANTIGUO Y CONTEMPORÁNEO, 10 AVENIDA 5-49, ZONA 14. LUNES A VIERNES DE 10 A.M. A 12 P.M. Y DE 3 P.M A 7 P.M. SÁBADOS DE 10 A.M. A 1 P.M. ENTRADA LIBRE.

2 comentarios:

Rosina Cazali dijo...

Bravo! Muy bien el formato.

Anónimo dijo...

Que guapo!!!!!!!