domingo, 24 de mayo de 2009

Espíritus complementarios

Norma Carrillo Padilla | Antropóloga
Manuel Fernández
| Historiador




Una antropóloga y un historiador emigraron primero a EE.UU. y luego a Costa Rica. La pareja le cuenta a Jaime Barrios Carrillo sobre su vida en el trópico y su relación con Guatemala.
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Dos intelectuales guatemaltecos unieron sus vidas, y después de haber emigrado a Estados Unidos decidieron trasladarse a Costa Rica, donde desarrollan ahora una labor académica y de cambio social. Norma Carrillo Padilla es doctora en antropología por la Universidad de Minnesota. Manuel Fernández es historiador y fue asistente de investigación durante muchos años de Severo Martínez.

Manuel resalta también la amistad que tuvo con el maestro. “Algo que nos unió mucho es que los dos éramos mitad chapines y mitad españoles. Severo era 50% asturiano y yo 50% leonés. Mis estudios de posgrado los hice en Valladolid”. Manuel es uno de los pocos especialistas en historia del teatro guatemalteco y ha escrito ensayos sobre el tema.

Norma y Manuel han sabido combinar la vida profesional con la de pareja. “Creo que nos adaptamos bien a entornos nuevos. El ser dos que sólo somos uno nos ayuda mucho”, afirma Manuel.

Norma explica que estaba dando clases en el St. Olaf College en Minnesota, cuando un hermano que vivía en Costa Rica le informó de un programa de la Universidad de Kansas para trabajar en Golfito, Costa Rica. “Obtuve el puesto, lo mismo que Manuel, y en junio de 1999 nos mudamos a Golfito. Nuestra intención era estar únicamente por seis meses, pues después de 10 años en Minnesota y el frío, queríamos algo de calorcito tropical. Golfito nos embrujó, un pequeño pueblo ex bananero de 5 km de largo por 300 metros de ancho, entre el mar y la montaña. Los seis meses se convirtieron en tres años de trabajo con la Universidad de Kansas; sin embargo, en 2003 la Universidad cerró el programa y nosotros decidimos quedarnos en Costa Rica, en la zona sur del país”.

Manuel agrega: “En Costa Rica estamos bien, aunque tanto Norma como yo hemos extrañado la vida en Estados Unidos. Yo echo de menos especialmente a Nueva York, con su sol de brillo poético en sus calles y sus tripas, sus trenes, de chillidos metálicos”.

Actualmente viven en Laurel, en la frontera con Panamá, también pueblo bananero, ahora de plantación de palma africana. Norma está trabajando para la Universidad Nacional en el campus de la zona sur. “Estoy dedicada a los estudios del turismo, y doy clases en esa carrera, y en el área de estudios generales imparto un curso sobre género. Mi trabajo también ha estado orientado a la gestión local del desarrollo y a promover la participación ciudadana en los cantones del sur del país. Desde 1994 no visito Guatemala, supongo que ahora yo sería una turista en mi ciudad natal. Guardo la capital de mi patria en el corazón, pero el bosque húmedo de Costa Rica y una familia de 16 gatos y 7 perros nos impide volver; aunque no hemos procreado ningún ser humano por decisión mutua”, me dice Norma, con humor.

Manuel en cambio, afirma: “Siento melancolía por una Guatemala que ya no existe. Cuando ocasionalmente llego a visitarla, pues te digo que no dejo de sentirme “ajeno” al contexto actual. Yo quisiera, en mi corazón, no en mi mente, que aún existieran los cines Palace, Maya, Capitol. Me dan especial nostalgia el Palace, con sus series sabatinas de películas de episodios, y el Cervantes, con sus filmes europeos, principalmente franceses”.


T: Jaime Barrios Carrillo. jbarrios@sigloxxi.com F: Archivo, Siglo 21.

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