domingo, 3 de mayo de 2009
¿Y dónde está Vicente Aleixandre?
Maurice Echeverría reseña Demasiados secretos, la primera novela de Anabella Giracca.
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Demasiados secretos
ANABELLA GIRACCA.
EDITORIAL ALFAGUARA, 2009. 221 páginas.
García Márquez ha destruido en Guatemala a dos generaciones de lectores, y quizá a tres. Por leer a García Márquez cientos y miles jamás leyeron a Paz, cientos y miles jamás a Cela, y cientos y miles jamás leyeron a Aleixandre, por mencionar a otros nóbeles en nuestro idioma. Lectores que se dieron por bien servidos. Y no leyeron a nadie más. Bueno, tal vez no es verdad y leyeron además a Isabel Allende.
Demasiados secretos, libro de Anabella Giracca, posee todos los tics de la telenovela realista mágica, que debió quedar enterrada en el siglo pasado.
Lamentablemente, no fue el caso. Y ahora el siglo XXI también está infectado.
Ya se sabe que las estirpes condenadas a Cien años de soledad no tienen una segunda oportunidad sobre la Tierra. Sentenciados a vagar en el infierno de los remedos literarios.
Obras macondianas hasta en el cocido. Todas ellas creando un espacio continental arquetípico que ha dejado de ser colombiano, o chileno, o guatemalteco, aunque se sitúe en esos países. Es, sobre todo, un Espacio Editorial Factible. Las editoriales –en este caso Alfaguara– publican estos diseños miméticos –espejos– que han sido aderezados con todos los ingredientes macondianos a la orden del día; claro está, en su versión descafeinada: sagas familiares, combinadas con intrigas nacionales, amores imposibles, prontuarios gorditos de insoportables costumbres criollas, sucesos extraordinarios en clave Deus ex machina, personajes que dicen cosas contundentes y latinoamericanas, descripción obligatoria de alguna casona patrimonial, demencia de uno o varios de los personajes, presumiblemente el abuelo, tórridos encuentros sexuales, en fin, todo eso, y más, y algún indio, o india.
A Giracca sólo le hizo falta meter al gitano Melquíades –aunque sí tuvo la delicadeza de meter a un mago ruso de circo. La forma de amasar la historia y proveer pá-rrafos, el tonito estilístico, todo nos remite insoportablemente al nobel colombiano. Algunas cosas ya rozan el facsímil.
Y para muestra un botón. ¿Recuerdan el hilo de sangre en Cien años de soledad?: “Un hilo de sangre salió por debajo de la puerta, atravesó la sala, salió a la calle, siguió en un curso directo por los andenes disparejos, descendió escalinatas abajo…” En la novela de Giracca: “Un chorro de sangre espesa inició su ruta. Pasó debajo de la puerta y, con su fuerza caliente, emprendió su retorno al mar.”
Y otras similitudes epatantes.
Con la única diferencia de que la saga de Márquez es descomunal, milimétrica, inconcebible, un manglar, un Gaudí. Y la de Giracca… Bueno, no vamos a in-sistir. Debió hacer lo que Márquez: leer a Faulkner. Otro gallo cantaría. Y no reducir la guerra civil guatemalteca –una desollación cósmica– a una historia mullida de cariños y descariños, sin auténtica oscuridad. El argumento de una hija burguesa que se mete “a babosadas” es demasiado precioso como para derrocharlo de semejante manera.
En realidad, uno pensaría que Giracca se iba a despachar un libro más combativo, pues tiene reputación de ser una mujer con ideas. Se trata, uno di-ría, de llevar toda esa masa chorreante de opinión que se lleva dentro y transformarlo en literatura original.
T. Maurice Echeverría e_memo@live.com
I. Alejandro Azurdia aazurdia@sigloxxi.com
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4 comentarios:
La mala influencia de Gabo. Fue inebitable, es limpio, impresiso, contagia de tal forma que el mismo Gabo aborrece Cien Años de Soledad, lo contamino de algo malsano, de tal forma que para deshacerse del embrujo de "esa forma de escribir", tuvo que irse a barcelona y olvidarse de todo, hasta de Macondo, pero no lo logro, le salieron injertos como El Otoño del Patriarca. Faulkner es más sano, también Rulfo, también Paz, son sanos porque nos liberan de costumbrismos. Saludos Maurice Echeverria ¿Cómo va el libro mayor?
Pero sería interesante leer esa reescritura, ese cover de Márquez, saber si es un plagio elegante o un robo indigno.
jaj la mejor reseña de este librucho de la grafómana Giracca. Llamemos las cosas por su nombre: el "libro" es una gran porquería. Estoy de acuerdo con todo, solo difiero con lo de "una mujer de ideas". ¿Cuáles????Yo lo veo muy mercenaria y coyuntural. Saludos
perdón, LA veo...
A.T.
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