Ana María Sandoval
Los forenses alzaron la sábana blanca que cubría el cuerpo de la mujer y salieron de la morgue, serenos y asépticos, dejando el cadáver a cargo de los empleados de la funeraria. Afuera los esperaban cinco o seis reporteros, ávidos de los pormenores para condimentar la noticia con el morbo indispensable. Seguir leyendo.
domingo, 17 de octubre de 2010
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