En 1877, en plena reforma liberal, los munícipes decidieron cambiar toda la nomenclatura de la ciudad, sacaron de sus arcas dos mil quinientos pesos y celebraron contrato con don Napoleón del Corona. No sabemos quién fue este señor del curioso nombre, pero el abrupto y radical cambio levantó los ánimos populares, dignos de mejores causas. Seguir leyendo.
domingo, 12 de septiembre de 2010
Realidad y ensueño del peregrino
Carlos Martínez Durán
En 1877, en plena reforma liberal, los munícipes decidieron cambiar toda la nomenclatura de la ciudad, sacaron de sus arcas dos mil quinientos pesos y celebraron contrato con don Napoleón del Corona. No sabemos quién fue este señor del curioso nombre, pero el abrupto y radical cambio levantó los ánimos populares, dignos de mejores causas. Seguir leyendo.
En 1877, en plena reforma liberal, los munícipes decidieron cambiar toda la nomenclatura de la ciudad, sacaron de sus arcas dos mil quinientos pesos y celebraron contrato con don Napoleón del Corona. No sabemos quién fue este señor del curioso nombre, pero el abrupto y radical cambio levantó los ánimos populares, dignos de mejores causas. Seguir leyendo.
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