domingo, 25 de julio de 2010

Satanás cabalga mi alma

JULIO PRADO*




Moneda

Justo como un animal domesticándose. Así me siento, echado en la acera, al lado de la mujer que toca el acordeón. Es ciega y poco virtuosa con el instrumento. Toca una canción absolutamente melancólica con la torpeza de un diletante y eso me tiene fascinado. Y mientras la oigo tocar, pienso en la maldita foto.
Acabo de toparme con Verónica en el diario. Abrazándose con otras señoras, porque Verónica ahora es eso: una señora de brazos gordos que abusa del fijador y de los tintes. Pero no pude, por más que quise, sentirme gratificado con la vida. Es que me da por pensar en la absoluta facilidad con la que me deshago de la gente. Aun sin pensarlo. Como lo hice con Verónica, en su tiempo. Seguir leyendo...

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