Vicente Vásquez
María, quien ha estudiado durante varias horas, apetece un café y se dirige a la mesa, coge una taza con su respectivo platillo y una cuchara; luego, se enca-mina hacia la cafetera. De improviso da un grito, suelta los utensilios y retrocede espantada, da media vuelta y se aleja presurosa hacia la otra habitación. En el comedor, sobre la alfombra, sólo quedan la cuchara, la taza volcada y la porcelana. Seguir leyendo.
domingo, 11 de abril de 2010
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