domingo, 22 de noviembre de 2009

El mastodonte, los “impuestos” del camino y el dentista

Jack Schuster* Bichología
Estoy sentado sobre una hielera en un valle algo seco, con acacias y, por la quebrada, sauces, cerca de Huehuetenango. Mis alumnos de las clases de Paleontología y Bio-geografía están instalados en unas seis carpas cerca de nuestra fogata.
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Hay una lámpara de mercurio enfrente de una sábana, colgada de una pita. Estamos esperando que lleguen unos ronrones, pero por el momento sólo han llegado palomillas, moscas y toritos. Acabo de darme cuenta que una de mis alumnas se parece a un vampiro con colmillos de angelitos (pues, marshmallows), restos de su atención particular a la fogata.

Hoy acampamos en uno de los puntos más altos de los Cuchumatanes (3,600 msnm) donde vimos evidencia de un glaciar que “habitó” esta zona probablemente hace unos 20 mil años. Allí se pueden apreciar las morrenas, rocas depositadas por la orilla del glaciar mientras se derretía.

De regreso del sitio, en un camino de terracería, unos hombres, incluyendo uno llevando el bastón de alcalde auxiliar, trataron de cobrarnos Q50 por carro como “impuesto por reparar el camino”, que obviamente ha sido reparado reciente-mente. Un poco raro, pero le dimos lo que teníamos a la mano y nos dejaron pasar. Unos kilómetros más y… ¡otro impuesto! Sólo que estos señores sólo querían Q10.

Pues, me parece que algunas personas se están aprovechando (¿robando?) de los carros que pasan por allá. Estoy de acuerdo en que puedan cobrar (con recibo), pero deben cobrar de ida, no de vuelta, dando a uno la opción de seguir o no. No me parece muy bueno para el turismo tampoco.

Parece que la gente (¿o gobierno?) en esta región es tumuloloco. Por todos lados hay túmulos, diseñados diabólicamente para causar que un carro tiemble lo máximo posi-ble. Por supuesto, sin aviso previo ni bien marcados con pintura, para agarrarle de sorpresa, especialmente de noche. Es posible diseñar túmulos que sirvan para reducir la velocidad de los vehículos sin destruirlos y sin causar a los pasajeros más visitas al dentista. ¿Qué pasa? ¿El Sombrerón ha colocado estos túmulos para cobrar más víctimas en sus rondas de noche? No sólo los túmulos no están señalados.

Me encontré yendo contra la vía entre Chiantla y Huehue (por eso toda la gente en el otro carril me esta-ba saludando…) y nos perdimos en ambos Chiantla y Huehue. Tampoco es bueno para el turismo; los “impuestos” y los ataques tumulosos dan una mala impresión del país, y recuerden, el turismo es la industria principal de Guate… Estamos hablando de fichas, muchá. Ni mencionar la cantidad increíblemente excesiva de basura en el parque central de Chiantla… ¡Y los basureros vacíos!

Pues, llegamos a Chibacabé para acampar y poner nuestra trampa de luz. Estoy esperando también que llegue otro ejemplar de una avispa que no había visto anterior-mente, y que alguien me trajo de Huehuetenango la semana pasada. Mañana vamos a examinar los fósiles de mastodontes, armadillos gigantes y otros organismos que vivieron por ahí en el tiempo del glaciar o antes, hace unos 30 mil años.

Mis clases no son las únicas que llegan; muchas escuelas y colegios de la zona también mandan a sus alumnos. Don Octavio Alvarado, dueño de Chibacabé, ha recibido a todos estos alumnos, y turistas, gratis, dándole explicaciones por más de 30 años. El gobierno debe reconocer y apoyar su valiosa contribución al Patrimonio Natural y Cultural del país.

A ver que nos trae mañana: monstruos del pasado, más “impuestos” o la necesidad de visitas al dentista.

*El doctor Jack Schuster es director del Laboratorio de Entomología Sistemática de la Universidad del Valle de Guatemala.

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