domingo, 21 de junio de 2009

“Siempre he sido un cínico”

Luis Carlos Pineda
José Luis Escobar se adentra en la trama de Las profanas, obra teatral surgida de un laboratorio de creación escénica. Habla con el direc-tor, con quien conversa sobre cómo logra burlarse de sí mismo y desencajar al público de sus puestas en escena.
Seguir leyendo...

El próximo viernes, público y actores compartirán el escenario del teatro de Bellas Artes. El grupo teatral Tras bambalinas y el dramaturgo Luis Carlos Pineda culminan el I Laboratorio de Creación Escénica presentando la obra Las profanas.

Director y grupo, bajo el ala del Centro Cultural de España, participaron en rutinas de formación que duraron dos meses y medio. El resultado del ejercicio es esta obra que... “NO, NO, ¡NO!... Así es como tradicionalmente suelen empezar las notas, esto es cajonero. Pensá en otro ángulo para la entrada”. Es la voz de mi conciencia laboral, recriminándome. Por desgracia le hago caso.

***

“Crecí en una familia de artistas. Mi papá fue el actor Rafael Pineda; y mi madre es Magnolia Morales, actriz y actualmente al frente de la unidad de vestuario del Teatro Nacional”. Lo que Luis Carlos Pineda tiene presente de su infancia son las visitas al teatro, porque fue en sus salas en donde vio “jugar a los adultos”.

“Vi a mis padres jugando, porque aunque fuera su trabajo entendí así la vida: como un experimento, un juego. Para mí era increíble trascender la realidad y ver a mi familia transformarse todas las noches en otras personas. Lo que vi fue libertad, mucha libertad”, señala Pineda.

El primer papel que Luis Carlos recuerda que interpretó fue cuando tenía... “Fijate que el inicio está bien, un cacho largo, pero al menos es diferente. Ahora, si vas a empezar a hablar de la trayectoria del artista, sólo tené cuidado de no dejar de último la información de la obra: estreno, horario y esas cosas”.

De nuevo obedezco a esa vocecita que por ratos me da ganas de mandar a pasear. Pero de nuevo tiene razón. Estaba perdiendo el rumbo.

***

Por tercera vez inicio esta nota. Y ahora se me ocurre hacer una relación entre la redacción y la experiencia que tendrá el público en el teatro.

En esta obra el espectador se sumerge en una alteración de la realidad. Al respecto, Luis Carlos Pineda Morales, su director, dice que la cercanía con el público y la escenografía la hace distinta.
“Pero ¿qué es esto?”, se estará preguntando como lector. “¿Qué clase de juego es esta entrevista? ¿Cuál es el texto verdadero?” Estas son las mismas preguntas que con certeza se hará si asiste a ver la obra teatral Las profanas.

“El diseño es limpio y preciso, pero se interrumpe a sí mismo. La visión del espectador no es la usual. También, se juega con los límites entre la ficción y la supuesta verdad del grupo de teatro. Hay una cantidad de elementos que no hacen de ésta una propuesta común”, apunta el director.
“Mejor”, me dice esa vocecita interna. “Al sumar los diferentes inicios, ya se justifica la nota y que yo te hable tanto. Me callo y me retiro, antes que la gente crea que estás loco”.

De topo a topado
“A los 8 ó 9 años, después de tanto que chingamos, a mi hermana y a mí nos metieron a una obra. Fue en un montaje para niños, El gran Tití, en el que sólo actuaba un payaso y un niño. Pero ante nuestra insistencia sumaron dos papeles: ella salió de flor y yo como topo. No teníamos texto, pero finalmente estábamos frente a un público, como mis padres. Eso era lo que queríamos”, recuerda Luis Carlos Pineda, hoy instructor de teatro, actor, director y dramaturgo.

Las visitas de niño a los camerinos y salas de teatro, acompañando a sus padres, y las reuniones con artistas en su hogar, facilitaron la formación de Luis Carlos. Y por extraño que parezca, admite que nunca recibió una cátedra formal de sus padres, pero que siempre los observaba y que eran ellos quienes le sugerían a quién acudir para aumentar sus conocimientos.

“No me dieron clase, eran más de decirme: subite al escenario y allí sacate la m... y hacele caso al director”. Así fue como Pineda aprendió de figuras como Manuel Corleto, Patricia Orantes, Herbeth Meneses, Luis Escobedo, entre otros.

Pasarían cinco años más para que el teatrista tomara diferentes roles. “Volví a los escenarios hasta que cumplí 15 años, en parte, porque mis papás deseaban que me graduara, para que no fuera un artista sufrido como soy”, me dice, burlándose de sí mismo.

Sus carcajadas son auténticas. Luis Carlos no actúa frente a mi grabadora. Se muestra tal como es. Habla sin etiquetar las palabras de soeces o políticamente correctas. “Así soy yo, me despierto en la mañana y hago un chiste de mí mismo, me cago de la risa y me voy a trabajar”.

Pineda tiene presente que esa actitud la conserva desde su adolescencia y que la misma lo hizo desertar del diversificado. “Luché por estudiar, pero a los 17 años me cansé. Me quedé en 4o. bachillerato. No aguanté la casaca y me echaron por mis rebeldías. Siempre he sido un cínico, y de adolescente era peor”, reconoce.

“Yo me salía, enfrente de los maestros cuando todo mundo les tenía un miedo terrible. Todo eso yo me lo pasaba por el... Y también era así con los directores. Hice muchas cosas, de las cuales no me arrepiento nada”, dice enfatizando la última palabra con una mueca de picardía y placer.

“De los 15 a los 20 me dediqué a actuar de lleno, en donde pudiera. Tuve hasta cuatro temporadas simultáneas. Mi objetivo era estar en el escenario la mayor cantidad de tiempo posible y vivir de eso”, dice el actor, cuyo carácter encontró caudal en los escenarios. Su actitud pronto lo formaría, llevándolo de actor a director, escritor y luego a instructor escénico.

La primera vez que dirigió una obra fue a los 20 años, con Diálogo del gordo y el flaco con una rocola, un montaje basado en textos de Manuel José Arce. La primera obra que escribió y subió a escena fue una infantil: Los tres mosqueteros, seguida de El Quijote.

“Con ambas adaptaciones nos fue muy bien”, dice Luis Carlos, “porque partimos de la idea de que los niños no son estúpidos, que son mucho más cabrones que nosotros y que pueden entender teatro, incluso dramas y temas más profundos que princesitas y cuentos de hadas”.

La obra que lo cambió todo
Pineda forma parte de Andamio Teatro Raro y con anterioridad participó o integró las filas de otros grupos, como la Compañía de Teatro Guatemala y Los Comediantes. Tam-bién ha trabajado con Rayuela y el colectivo Caja Lúdica.

Con 31 años de edad, Luis Carlos ha pasado la mitad de sus vida en el teatro profesional. Y en esa trayectoria hay una obra que marca la diferencia, tanto, que redefinió su concepto de hacer teatro.

“El coronel de la primavera (2007), de Manuel José Arce es la obra que cambió mi vida”, dice. “Empecé a estudiar la obra, a investigar y a comprobar que todo lo que Arce decía era verdad. Contrastarla creó un círculo de estudio, pero revisar esa parte de la historia nos afectó como seres humanos al grupo teatral” (La obra de Arce se desarrolla en la época de Jorge Ubico y hasta la caída de Jacobo Árbenz Guzmán).

Llegó el punto, cuenta Pineda, que se cuestionó con su mamá (la productora) algunos temas, como las ganancias que se percibirían por el montaje. “Tuvimos una gran discusión, yo le decía que no me parecía justo que el director ganara un 10% más que los demás, y que no podíamos hablar de Árbenz y en el grupo reproducir el sistema en el que vive la mayoría”.

A partir de ese montaje en Andamio Teatro Raro (que precisamente se gestó durante esta obra) se determinó que no habría jerarquía “y dijimos que aquí todos trabajaría-mos por igual y a ganar por igual. Esto hizo que el grupo se volviera uno sólido. Para mí, el teatro serio y auténtico es el que se hace bajo esta visión”.

El motín (basado en la muerte del obispo Juan Gerardi), El furgón (sobre migrantes) y Las manos de Dios han sido obras presentadas por este grupo. “Han sido las experiencias más ricas de la vida encontrarme con esta mara, porque al final, somos una familia”, apunta Luis Carlos al hablar del grupo, al cual pertenece. “Y familia no sólo por el hecho de compartir el gusto por el teatro, sino porque nos hemos dado casa, comida, protección, ayuda y lo que necesitemos. Nos ha tocado vivir mu-chas cosas como grupo, incluso nos han amenazado”.

Alma de formador
Otra de las facetas activas de Luis Carlos está en los talleres. Los ha impartido en Caja Lúdica, el grupo de teatro Rayuela, organizaciones no gubernamentales, y actualmen-te en el Centro Cultural de España. Con estas entidades Pineda ha recorrido la ciudad y los departamentos. Sus compañeros de grupo, alrededor de 12, replican también los conocimientos, mientras gestan nuevas obras.

Esta escuela como formador llevó al director al frente del I Laboratorio de Creación Escénica, taller que actualmente está por culminar los ensayos de Las profanas, obra que permanecerá en escena todo julio. En ella pesa el trabajo de creación colectiva.

Este proyecto ha propiciado un rico grupo de trabajo, en el que figura una artista plástica (Isabel Ruiz), un director técnico del peso de Josué Sotomayor, el trabajo de Rena-to Masselli en la creación sonora, y la investigación de Silvia Trujillo.

“Este laboratorio es una oportunidad para recobrar el teatro de los años 70, que era trandisciplinario. Técnicos y elenco, todos estamos generando una gran cantidad de ideas para la obra”, dice Pineda del trabajo colectivo detrás de Las profanas.

EN POCAS PALABRAS
IMPACTO
“Porque me río de casi todo y me encanta desencajar a la gente de sus ideas. Me río de mí mismo y siempre me busco el lado débil en el que puedo derrumbar mis ar-gumentos y creencias. Esto es lo que me gusta hacerle al público”.

RARO
“El grupo se llama así porque en una ocasión, al preguntarnos qué tipo de teatro hacemos, alguien del equipo respondió: raro. Nos gustó tanto que lo hicimos parte del nombre”.

TALLERES
Una invitación del grupo Iki balam (grupo teatral del asentamiento Mario Alioto) abrió las puertas a Pineda para iniciarse en la formación teatral a grupos. “Yo le doy color de loco ¿quiere hacer teatro con nosotros?”, recuerda Pineda que le dijeron.

CREACIÓN COLECTIVA
Las profanas es el resultado del I Laboratorio de Creación Escénica. Este es un proyecto de Centro Cultural de España. Pineda está a cargo del mismo y trabaja con el grupo Tras bastidores, integrado por Alejandra Estrada, Camila Urrutia, Karim, Laura Cordero, María Canossa, Reyna Gutiérrez, Rebeca Morales y Sofía Arévalo.

La obra de teatro es resultado de un trabajo colectivo y de este ejercicio teatral. La trama aborda los conflictos internos de un grupo de teatro, que tras discutir el tipo de obras que montan, deciden dar un giro radical a su línea de trabajo.

Las vivencias individuales de los miembros (todas mujeres) dan cuerpo a un nuevo argumento. El libreto se sale de control y el elenco acaba realizando aquello que en principio buscaba denunciar y así, un grupo de mujeres orquesta el secuestro de un reconocido personaje del país: un evangelista.

ESTRENO
Las profanas sube a escena el viernes 26 de junio a las 8 p.m., en el Teatro Bellas Artes. La admisión es gratuita, pero el cupo limitado. Los boletos se pueden recoger a partir de mañana en el Centro Cultural de España (4 Grados Norte) o en el teatro (Avenida Elena y 15 calle, zona 1).
La obra estará en temporada durante julio: Viernes y sábados a las 7 p.m. Domingos a las 4 p.m. (incluido el 28 de junio). Estas funciones tienen un precio de Q25. Los boletos están a la venta en taquilla.


T. José Luis Escobar jescobar@sigloxi.com
F. Cecilia Cobar ccobar@sigloxxi.com

0 comentarios: